(*) Eudald Carbonell (co-director del Proyecto de Atapuerca)
Han pasado 40 años desde que, con el profesor Emiliano Aguirre, se iniciaron los trabajos arqueo-paleontológicos de la Sierra de Atapuerca y otros 25 desde que dirijo, junto a Juan Luis Arsuaga y José María Bermúdez de Castro, un equipo que hemos formado con investigadores seniors y jóvenes que se han ido incorporando progresivamente al trabajo de campo e investigación. Ha sido gracias a esta labor colectiva como hemos hecho posible los grandes descubrimientos en esta sierra de Burgos, hallazgos que nos han ayudado a comprender mejor la evolución del ser humano.
Tras cuatro décadas de trabajo y esfuerzo, era el momento de hacer balance del tiempo transcurrido y de dar a conocer las grandes y muy diversas contribuciones de los distintos yacimientos al conocimiento de lo que aconteció en el pasado remoto en Atapuerca, desde el Pleistoceno Inferior, hace 1,2 millones de años, hasta la época en la que se configuran los primeros estados en la Península Ibérica.
Esta reflexión, en forma de libro, se ha escrito a cuatro manos, bajo el título de “Atapuerca. 40 años inmersos en el pasado”. Efectivamente, junto a la periodista Rosa M. Tristán nos aventuramos a escribir un obra en la que se ponen sobre la mesa las grandes aportaciones de los yacimientos de la Trinchera del Ferrocarril, de Cueva Mayor, del Mirador y también de los registros al aire libre, como Fuentemudarra. Pero también hemos querido reflejar cómo es nuestro trabajo científico, desde la ilusiones de la juventud a la organización y la estructura que requiere madurez del proyecto. Es el corolario de 40 años de trabajo de campo, de gabinete y de laboratorio.
No queríamos dejar nada fuera y por ello uno a uno los yacimientos fosilíferos son diseccionados y abordando todos los aspectos (la geología, la estratigrafía, la fauna, las arqueología, la historia, la antropología, la botánica, la genética) como si se tratara de un paseo con guías expertos en cada asunto. Si bien es verdad que dedicamos mucho espacio a explicar la historia de estas cavidades desde que se descubrieron en el siglo XVII, sobre todo hemos querido destacar las aportaciones más importantes de un proyecto español que ha cambiado muchos paradigmas en lo referente a la evolución humana.
En primer lugar destacaría que la acumulación de fósiles humanos del Pleistoceno Medio en la Sima de los Huesos de Atapuerca es la más importante del mundo, miles de restos esqueléticos que nos han permitido conocer cómo eran los preneandertales, su anatomía, su nivel de encefalización, sus patologías, si forma de comunicarse. Incluso existe la posibilidad de dar nombre científico a una nueva especie.
En segundo lugar, en la misma Sima se ha podido establecer científicamente que esa acumulación de cadáveres fue intencional, probablemente el primer ritual funerario conocido, haciendo retroceder en miles de años esta práctica consciente de la humanidad y abriendo la posibilidad de conocer la complejidad de estas poblaciones de homínidos.
En tercer lugar, gracias a Atapuerca se ha podido conocer la genética de poblaciones que vivieron hace casi medio millón de años, al poder rescatarse tanto su ADN mitocondrial como el nuclear. Es el ADN más antiguo que se conoce a nivel mundial, gracias a la magnífica conservación de los fósiles en este yacimiento.
No menos trascendental ha sido el descubrimiento en el yacimiento de la Gran Dolina de una especie humana desconocida hasta aquel momento, el Homo antecesor, un sustrato de neandertales y Homo sapiens como ya publicamos en la fructífera década de los años 90.
También en Atapuerca hemos documentamos las pruebas de canibalismo más antiguo de la historia de la evolución humana, hace cerca de un millón de años, una antropofagia que se utilizó como forma de gestión y conservación del territorio por estas poblaciones de homínidos.
Y, por último, en esta sierra descubrimos los homínidos más antiguos de la Europa Occidental, el denominado Homo sp, que encontramos la Sima del Elefante, probablemente un descendiente de los homínidos de los hallados en Dmanisi, a miles de kilómetros en el Cáucaso. El Homo sp tiene más de un millón de años de antigüedad.
Por primera vez en la historia de la investigación sobre la evolución humana en un solo lugar, los distintos yacimientos de Atapuerca, en estos 40 años se han encontrado todas las especies que han habitado en nuestro continente: el Homo sp, el Homo antecesor, el llamado Homo heildebergenssis o preneandertal, el Homo neandertalensis y el Homo sapiens, nuestra especie.
Además, no sólo había fósiles sino que localizamos las herramientas representativas de todos las tecnologías, o modos, que se conocen de la historia humana, utensilios en piedra que fabricaban los homínidos para poder sobrevivir en el lejano Pleistoceno y en el más cercano Holoceno. Y, por supuesto, la fauna que vivía y la flora que según el clima de hubo a lo largo del Cuaternario, cuando vivieron todas estas especies extintas.
Era importante explicar cómo estos yacimientos han servido de plataforma para construir tres institutos que tratan sobre la evolución humana -uno en Burgos, otro en Madrid otro y el tercero en Tarragona-, así como el único Museo de la Evolución Humana que tenemos en España y la Fundación Atapuerca, que nos ha ayudado a la divulgación y un gran apoyo a la investigación.
Con el libro publicado por National Geographic (RBA) intentamos dar una visión global de lo que ha pasado en estos 40 años con una aproximación sencilla, atractiva para cualquier lector interesado en nuestro pasado como especie. Este proyecto no es sino un instrumento de conocimiento del pasado para hacer nuestro presente mejor.
(*) Eudald Carbonell (co-director del Proyecto de Atapuerca)
[divider]NOTA: Este artículo forma parte del servicio de firmas de la Agencia EFE al que contribuyen diversas personalidades, cuyos trabajos reflejan exclusivamente las opiniones y puntos de vista de sus autores.
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