CAMINOS VERDES

Curso Medio del Guadarrama: la prueba del nueve para tomarla con calma

Publicado por: Redacción EFEverde 19 de octubre, 2013

Aunque ya ha caído en el olvido, no hace todavía mucho tiempo existía una forma -la prueba del nueve- de comprobar si una operación aritmética era correcta; una operación que para quienes la aconsejaban, era muy sencilla de usar y para los que tenían que aplicarla no tanto.

Algo similar pasa con la ruta nueve del Curso Medio del Guadarrama, entre el puente del Retamar y Colmenarejo o Galapagar (unos nueve kilómetros en cada caso) que está calificada como de baja dificultad, tanto para caminantes como para ciclistas, pero que para quien la recorre tiene alguna que otra complicación que podría ser más cercano a la consideración de media.

En primer lugar, si bien es verdad que el desnivel medio no es mucho -295 metros- lo cierto es que hay repechos de una dureza importante como se ha podido constatar y comentar con quienes la han recorrido.

Ciclistas que tienen que echar pie a tierra para subir alguna cuesta y paseantes que deben hacer un alto y reponer fuerzas son frecuentes.

Pero -además- es un camino con una dificultad añadida: es pedregoso, con muchas irregularidades y algo resbaladizo, cuestiones que habrá que tener en cuenta a la hora de iniciar la marcha.

También hay que tener en cuenta a los ciclistas que aprovechan las bajadas para lanzarse a tumba abierta y no es fácil a veces esquivarlos.

Así que es muy aconsejable evitar las horas de sol fuerte, llevar una buena provisión de agua y, sobre todo, calzado muy apropiado para evitar posibles consecuencias en forma de heridas. Por supuesto en verano es poco aconsejable salvo que se haga muy de mañana.

El origen de esta ruta está en el puente del Retamar. Una vez construido se decidió hacer un camino que uniera esa zona con la localidad de Colmenarejo para llegar a El Escorial sin mayor problema.

Así que en 1737, Pedro de Ribera, el autor del conocido Puente de Toledo, sobre el río Manzanares, hizo el proyecto técnico que suponía la construcción de un camino a media ladera sujeto por un paredón, de ahí el nombre de la ruta “camino del paredón” que tendría unos 330 metros de largo y menos de un metro de ancho.

Parece que no se tuvieron en consideración los problemas geomofológicos y el camino empezó de ceder y su anchura se vio muy reducida. Cualquiera recorra esta calzada puede comprobar que evidentemente no era la mejor ubicación.

Pero, al margen de estas dificultades, merece la pena la observación de paisajes desde las zonas más altas, desde donde se pueden ver varios pueblos del entorno, si el día está despejado, e incluso Madrid. Así que a los pertrechos de supervivencia se puede añadir la cámara.

La variedad de la flora es muy abundante con encinas, jara pringosa, rosales silvestres, chopos y zarzamoras como principales protagonistas.

Y, si alguien se aventura a hacer el recorrido a última hora de la tarde o por la noche, es posible que vea algún zorro e incluso se ha dicho que también algún jabalí.

Buena cantidad de aves nos acompañarán durante el recorrido que, hasta su mitad, todavía estará un poco condicionado por los ruidos procedentes de la carretera M-505 y que desaparecen una vez sobrepasada la cota más alta del camino que son 965 metros y desde donde la vista de los berrocales (bolones graníticos) es magnífica.

Se avanza y una vez que se llega a la barrera que cierra el acceso a vehículos motorizados se sigue o bien hasta Colmenarejo o bien hasta Galapagar si se decide el camino de la derecha o hasta Villanueva del Pardillo si se opta por la izquierda.

En resumen una ruta para tomar con tranquilidad y disfrutar de su recorrido pausadamente en la que no nos faltará la compañía de otros caminantes (pocos) y ciclistas (muchos). EFE

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Redacción EFEverde

Un equipo de periodistas especializados en periodismo e información ambiental de la Agencia EFE.