Por.- Ramon Larramendi.- La muerte repentina de un amigo lleno de vida y de entusiasmo, deja siempre impresionado, anonadado. Súbitamente todos los recuerdos de su presencia, sus bromas, sus gestos, su ir y venir a nuestro lado se agolpan en la cabeza y le ves una y otra vez tan lleno de vida que parece imposible que se haya ido. Juan Pablo Albar fue mi compañero en la larga expedición Acciona Windpowered con la que viajamos a la Antártida a bordo del Trineo de Viento en 2011-2012. Fue el científico responsable de los proyectos que llevábamos a bordo. Juntos luchamos, nos reímos, pasamos mucho frío y conversamos. interminablemente sobre todo aquello que se nos venía a la cabeza. Escuchar a Juan Pablo era lo mismo que tener una enciclopedia a tu alcance en el lugar más inhóspito de la Tierra. De hablar pausado, entre sus muchas cualidades destacaba su proceder metódico, su alto rigor intelectual y sobre todo su humildad absoluta.
Sus opiniones como investigador de primer orden, basadas en su visión ecuánime sobre el potencial científico del Trineo de Viento, han sido claves durante los últimos años para continuar con el desarrollo de este vehículo eólico y son la base de la fase actual en la que se encuentra el proyecto.
No solo es la perdida de un amigo, el proyecto Trineo de Viento ha perdido una parte fundamental del mismo, y nuestro país se ha quedado sin un científico y un ser humano excepcional, de esos que especialmente en estos momentos hacen mas falta..