Redacción Medioambiente.- Burlington (Vermont) , la primera ciudad en Estados Unidos en lograr un mix eléctrico 100 % renovable, aspira a ser neutra en carbono en 2030, algo que implica impulsar la participación ciudadana y atraer a población más joven, a menudo incapaz de asumir los precios de la vivienda.
“Somos una población que envejece y nos preocupa que no haya suficientes jóvenes para asumir parte del trabajo que será necesario para la transición a la neutralidad de carbono”, explica a EFE la experta Jennifer Green, encargada del Plan de Acción Climática de la ciudad de Burlington (EE.UU).
Esta ciudad, la más poblada del estado de Vermont con cerca de 650.000 habitantes, obtiene desde 2014 toda su electricidad de fuentes renovables -solar, eólica, hidroeléctrica o biomasa- y ahora, en su camino hacia la neutralidad climática, intenta reverdecer su modelo de transporte y productivo “electrificando todo lo posible e invitando a la gente a participar” en las decisiones.
Participación ciudadana
Green atribuye parte del éxito en la descarbonización de Burlington a los “robustos” mecanismos de participación ciudadana con que cuenta la urbe: foros públicos que se celebran antes de cada reunión oficial del gobierno local, un consejo ciudadano que asesora las medidas climáticas del estado o los encuentros llamados “Town Meeting Day”.
Reunidos en el último Town Meeting Day, celebrado en marzo, los ciudadanos de Vermont votaron a favor de aplicar una tasa por el impacto de emitir CO2 amparada en el principio de “quien contamina paga”, algo que a juicio de Green refleja la conciencia ambiental de la población de este estado rural.
La nueva tasa funcionará de forma que si, por ejemplo, a un gran edificio se le estropea su sistema de calefacción y debe reemplazarlo, “puede sustituirlo por uno de energía renovable o por uno tradicional, de combustibles fósiles”, detalla, “pero en el segundo caso tendrá que pagar por el CO2; por el precio social y ambiental de emitir carbono durante la vida útil de ese sistema de calefacción”.
La especialista confía en que el giro en el Gobierno federal en política climática -desde el negacionismo que expresó el ex presidente Donald Trump a la aprobación reciente del Inflation Reduction Act (IRA) para acelerar la transición energética- permitirá a Burlington “avanzar más rápida y eficazmente” hacia la descarbonización “gracias a los recursos financieros adicionales”.
Sin embargo, “la ciudad ya estaba bien comprometida con la descarbonización antes de que se adoptara el IRA”, aclara.
Descarbonizar la ciudad
En materia de movilidad, la estrategia de la urbe para 2030 plantea reducir en un 15 % las millas recorridas en coche, además de otras medidas para desincentivar el uso del vehículo privado.
La administración local eliminó, por ejemplo, el requisito de que toda nueva construcción deba contar con un número mínimo de plazas de aparcamiento, una decisión que también se ha tomado en otras ciudades del país, como Buffalo (Nueva York), que lo hizo en 2017.
“No queremos que nadie tenga que destinar parte de una valiosa propiedad al aparcamiento de vehículos”, apostilla Green, para matizar que entiende, sin embargo, que haya quien necesite usar el coche privado, aunque sea de manera puntual.
“Nos hemos asociado por ello con CarShare Vermont, una empresa sin ánimo de lucro con sede en Burlington que pone a disposición de los ciudadanos una flota de coches que pueden pedir prestados, con tarifas gratuitas o reducidas si el miembro que lo necesita es una persona con bajos ingresos”.
“Se trata de una cuestión de equidad”, apunta Green, de “garantizar que todo el mundo pueda participar en la transformación energética”.
La alimentación es otro gran elemento de peso en la huella de carbono de una urbe, pero Burlington tiene “la suerte” de estar ubicado en un estado rural, “con una rica, profunda y sólida tradición agrícola” que provee alimentos de proximidad a los dos supermercados cooperativos del municipio, explica.
Vivienda asequible
Sin embargo, hay retos importantes que obstaculizan los avances, como la falta de acceso a la vivienda sobre todo por parte de la población joven, precisamente la que más necesita la ciudad de Burlington para descarbonizarse de aquí a 2030.
“Necesitamos electricistas, fontaneros, especialistas en vivienda, personas que puedan proporcionar servicios de climatización”, enumera Green, que, si bien percibe que los jóvenes se ven atraídos por el modelo de ciudad verde de Burlington, cree que el precio de la vivienda impide en muchos casos que decidan quedarse.
Ante este desafío, la experta advierte que hace falta más vivienda pero hay que planificar con “cuidado” y potenciar núcleos céntricos en lugar de generar una “expansión descontrolada”. EFEverde
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