Segovia es ciudad muy conocida por su acueducto, su catedral y por otros muchos monumentos de indudable valor pero, posiblemente, lo es menos por las corrientes de agua que proporciona el río que la atraviesa y que no es otro que el Eresma y que sirvieron en su día para uso industrial. Por eso os propongo una excursión que es muy agradable y que se puede dividir en varios tramos a realizar en dos o tres días, a gusto de cada uno y del tiempo disponible.
Se trata de la llamada ruta de los Molinos, un estupendo paseo que requiera solo un poco de esfuerzo, algo de precaución en un corto tramo, en el que hay que estar más atento porque el camino se estrecha y puede ser resbaladizo, aunque existen unas cuerdas para agarrarse y avanzar sin problema.
Se trata de una ruta para disfrutar de las corrientes del Eresma y los sonidos que algunos pequeños saltos provocan en un tramo relativamente corto. Disfrutarán tanto el oído como la vista y, por supuesto, el aficionado a la fotografía y, en este caso también al vídeo, podrán aprovechar para “trabajar” a gusto y obtener bueno resultados.
La ruta de los Molinos está perfectamente indicada y, además, en la oficina de Turismo nos darán cumplida información.

Una de las posibilidades es salir del mismo acueducto, bajar por la Vía Roma, inconfundible porque empieza donde hay una pequeña loba y dirigirse al barrio de San Lorenzo, donde se verán carteles informativos del comienzo de la ruta. Resulta ciertamente chocante que se pase casi sin solución de continuidad desde el empedrado y el asfalto a unos parajes totalmente cubiertos de imponente vegetación.
MEJOR EN PRIMAVERA
El camino por la citada vía tiene una ligera pendiente y pocas sombras, por lo que es aconsejable llevar algo de agua y protector de sol, si se decide hacerla en verano, aunque lo más recomendable es otoño o primavera.
Hay que tener un poco de cuidado con la bajada hacia el rio, por unas escaleras, pero nada más de lo habitual en estos casos. Eso sí es muy recomendable llevar el calzado apropiado que sea antideslizante porque algunas zonas de piedra suelen estar húmedas.
Enseguida divisamos las aguas, en esta zona bravas, del Eresma que dan lugar a los saltos que en su día sirvieron a los molinos de esa zona. No está mal el caudal, especialmente en primavera que, en mi opinión es la mejor época para el recorrido, porque las tardes son más largas y la temperatura más suave.
Hay dos posibilidades: una es seguir hacia la derecha, donde se verán lo pequeños saltos a los que me referido y abundante vegetación hasta llegar a un pasadizo con unas escaleras que nos sirve para llegar a la orilla derecha según el curso del río y desde aquí volver al centro de la ciudad.
La segunda opción es continuar la excursión, o bien por la orilla de la izquierda y atravesar un puente que nos lleva al paseo de la Alameda y siguiendo el curso de las aguas legamos hasta el barrio de san Marcos, desde donde podremos volver también al centro. Bien por el valle del Clamores o por la subida de Hoyos.
Desde San Marcos se puede ver perfectamente el Alcázar, la iglesia de la Vera Cruz, que merece una visita y el inicio de la que propongo como segunda etapa y a la que me referiré en próxima ocasión.
Existe la posibilidad de volver en un autobús de la línea 8, aunque habrá que estar muy atento a los horarios.
Desde san Marcos se enlaza con el camino natural del Eresma hacia los altos de la Piedad o también siguiendo el curso del río hasta el área de descanso que hay en la carretera de Arévalo y que nos lleva hasta Zamarramala como opción interesante.

(*) Txema Ruiz es periodista especializado en fotografía y economía
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