Por R. Marina.- Los seres vivos tienen un ritmo biológico, con cambios en su metabolismo, marcado por cambios ambientales periódicos. El más claro es la sucesión entre la noche y el día en ciclos de 24 horas. Sin embargo, científicos suecos han descubierto cómo un pez ciego que habita en zonas carentes de luz, en cavidades muy profundas, ha llegado a eliminar ese ritmo circadiano que marca la existencia del resto con un fin muy concreto: reducir un 30 por ciento sus necesidades energéticas. Así se publica en un artículo que recoge el último número de la revista Plos One.
Foto de Jeff Whitlock/The Online Zoo
El tetra mexicano (Astyanax mexicanus) es un pez de agua dulce de unos 12 centímetros de longitud que tiene dos variantes, una forma que habitan cerca de la superficie y otra forma, mucho más llamativa, que carece de globos oculares y habita aguas más profundas y cuevas. Al comparar a ambas variantes de la misma especie, los investigadores pudieron comprobar que el pez de superficie tenía un ritmo de consumo de oxígeno y alimentación marcado por la sucesión de luz y oscuridad que se mantenía incluso cuando se le introduce de forma permanente en la penumbra. Sin embargo, su “primo” de las profundidades ha eliminado por completo ese ritmo circadiano.
“Lo que hace a nuestro estudio especial es que hemos demostrado una clara ventaja evolutiva en la pérdida de ese ritmo circadiano metabólico, reduciendo sus necesidades energéticas”, afirma Damian Moran, investigador de Zoología Funcional de la Universidad de Lund (Suecia), en declaraciones a EFEfuturo/EFEverde.
Moran reconoce que “no sabemos aún si el consumo de energía del pez ciego se ha desligado del reloj interno del animal o simplemente ese reloj interno en este caso está roto o desactivado. como corretear, hacer la digestión y crear toxinas para defenderse de los depredadores, pero la mayor parte de la biodiversidad del planeta vive bajo tierra o en las profundidades del mar. Esos organismos que han evolucionado en zonas donde no hay ningún tipo de periodicidad de 24 horas que marque el ritmo de la vida, como la noche y el día, no necesitan mantener ningún ritmo circadiano. Esperamos que nuestro estudio aliente a otros científicos a seguir investigando en este campo”.