Madrid.- Se les conoce como “sustancias químicas eternas” por su larga persistencia en el medio ambiente y el cuerpo humano. Su nombre es sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS, en inglés) y un equipo de investigadores ha identificado cómo el comercio internacional de pescado, con Europa como epicentro, aumenta la exposición a ellas.
La revista Science publica un estudio sobre cómo el comercio mundial de productos del mar contribuye a incrementar la contaminación por estas sustancias.
Los autores han recopilado datos durante 20 años, a partir de mediciones de PFAS en el medio marino y en pesquerías, y elaborado un mapa de las concentraciones de estos compuestos en más de 200 especies de peces.
Sus resultados resaltan la necesidad de una cooperación internacional más estrecha y de políticas de seguridad alimentaria más estrictas para reducir la exposición humana a las ‘sustancias químicas eternas’ a través del sistema alimentario.
Mapeo de la contaminación en pesquerías
Las sustancias PFAS se han convertido en contaminantes muy extendidos debido a su uso industrial y en productos de consumo. Se acumulan en los organismos vivos y viajan largas distancias a través del aire y el agua, por lo que hoy día aparecen en todas las redes tróficas mundiales y se detectan en casi todas las categorías de alimentos.
El pescado es una fuente especialmente notable de exposición humana a las PFAS, y el mercado internacional de productos del mar es responsable de distribuir estos riesgos de exposición en todo el mundo, pero hasta ahora se desconocía la magnitud del problema.
Para abordarlo, los investigadores han recopilado un conjunto de datos mundiales sobre la exposición a las PFAS que combina modelos de la red trófica marina, datos pesqueros mundiales y mediciones de PFAS en el agua de mar en 3.126 puntos del mundo a lo largo de 20 años.
Además, han creado un mapa predictivo de las concentraciones de PFAS en 212 especies pesqueras comestibles que cubren aproximadamente el 99% de la producción comercial mundial.
Para validar el modelo, analizaron las concentraciones de PFAS en 150 muestras de pescado de 87 especies diferentes en 14 países.
Resultados
Sus resultados apuntan a que el pescado de Asia (especialmente de aguas de Arabia Saudí y Tailandia) y de la costa este de Australia es el que contiene las tasas más altas de contaminación por PFAS; mientras que las más bajas se registran en los productos del mar de África y América del Norte.
Las especies más grandes de pescado son las que mayores niveles de contaminación por PFAS presentan, mientras que el pescado de agua dulce posee niveles de PFAS más altos que el oceánico.
El comercio internacional de pescado redistribuye el riesgo de exposición a los PFAS de las zonas de alta contaminación a las de baja contaminación, siendo los países europeos el principal ‘centro de transporte y distribución de las sustancias químicas eternas’.
Europa, América del Norte, y Australia se enfrentan a los niveles más altos de ingesta diaria de PFAS a través del consumo de pescado.
Los investigadores han detectado una disminución significativa en el riesgo medio global de exposición a PFAS tras la inclusión de varias sustancias de este tipo en el Convenio de Estocolmo sobre contaminantes orgánicos persistentes (COP) entre 2009 y 2019.
Para los autores, se trata de una prueba importante de que “las medidas reguladoras de estas sustancias funcionan”, y de que hay que seguir implementando políticas de seguridad alimentaria más estrictas, criterios de control en el comercio internacional y una regulación más amplia de los PFAS como grupo, en lugar de abordar los compuestos de forma individual.
Pablo Gago, científico en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua en el CSIC (IDAEA-CSIC), subraya que los resultados del estudio “encajan bien con la evidencia previa que identifica al pescado como una fuente relevante de exposición dietética a PFAS”.
“Además, añade un elemento clave: la redistribución internacional del riesgo, con Europa como actor central en los flujos de exposición, incluso hacia países con niveles ambientales de estos contaminantes relativamente bajos”, apunta Gago en una reacción al estudio recogida por Science Media Centre España.
Desde el punto de vista de la salud pública, “el trabajo refuerza la preocupación por los PFAS, compuestos muy persistentes, bioacumulativos y asociados en numerosos estudios a alteraciones endocrinas, inmunológicas, metabólicas y del desarrollo, así como a un mayor riesgo de ciertos cánceres”, añade.
Una limitación del análisis es que se centra únicamente en pescado marino y no incluye otras fuentes dietéticas o ambientales, por lo que la exposición total puede estar infraestimada. EFEverde
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