El okapi es sin duda otro ejemplo de lo inigualable que puede resultar la naturaleza.
Esta mamífero “tres en uno” -tiene cabeza de jirafa, cuerpo de caballo y patas de cebra- es además una criatura solitaria y huidiza al que le cuesta aparecer en escena y solo en la época de celo se digna a emitir algún sonido.
Cuando son crías parecer ser que tienen un amplio repertorio vocal para comunicarse con la madre, pero cuando llegan a adultos se vuelven absolutamente mudos.
Sólo las ganas de amar le llevan de nuevo a emitir sonidos.Tras el apareamiento vuelven de nuevo a su silencioso mundo.