Amaya Quincoces Riesco. Madrid.- El verano y el calor intenso sólo acaban de empezar y los embalses siguen en caída libre, lo que ha activado las cautelas en los hogares para evitar derroches por la sequía y reconducir el consumo medio por habitante hacia la senda prepandemia por debajo de los 130 litros diarios, aunque el suministro no corre peligro.
Según datos preliminares, todo apunta a que el próximo balance anual de consumo de agua medio de agua diario por ciudadano volverá a reflejar niveles "posiblemente por debajo incluso de 128 litros" pese al ligero repunte del gasto hídrico en los hogares en la época del coronavirus por las variaciones de consumo durante el confinamiento.
Hace más de veinte años el consumo hídrico medio superaba los 150 litros por habitante y día, ha asegurado a Efe Pascual Fernández, presidente de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS; esta integra a la gran mayoría de empresas que abastecen del recurso en España, en concreto a más de 35 millones de habitantes de los alrededor de 47 millones que residen en el país.
Un caso paradigmático por sus dimensiones y extensión de la comparativa de datos en el tiempo es la comunidad de Madrid. En 1991, el consumo urbano de agua en la región era de 610 hm3 con una población de 4,5 millones; ahora con más de 6,5 millones de habitantes el consumo conjunto es de unos 500 hectómetros cúbicos, explica a Efe el responsable de Agua de Ecologistas en Acción, el ingeniero Santiago Martín Barajas.
"Se consume menos ahora, habiendo muchas más personas"; en el gasto doméstico se incluye todo el agua que sale del grifo en las casas: desde la que se utiliza para beber hasta la de lavado de platos, ropa o ducha, ha recordado el dirigente ecologista.
Ha añadido que es mucho más sostenible vivir en pisos que en viviendas unifamiliares con jardín por pequeño que este sea; el consumo de agua es más del triple en este caso respecto al anterior, aunque es la agricultura la que encabeza sin dudas el grueso principal del gasto hídrico.
Las campañas de sensibilización de las empresas de agua están siendo fundamentales para concienciar a la población de no despilfarrar el recurso porque es escaso.
Cerrar el grifo mientras uno se lava los dientes o cerrar el tapón del lavabo para afeitarse son consejos habituales para gastar menos agua.
Un minuto con el grifo abierto puede suponer hasta diez litros, mientras que una ducha en lugar de un baño permite ahorrar entre 60 y 150 litros, según los expertos.
En Madrid por ejemplo, cuando el Canal de Isabel II dice que hay sequía, automáticamente el consumo baja un 10 por ciento aproximadamente; la tendencia es similar en cualquier otro territorio, según Martín Barajas.
"Durante la pandemia se frenó ligeramente la tendencia de consumo descendente claramente consolidada a lo largo de los años dado que fue un período con los bares y restaurantes cerrados y la gente sólo bebía en casa", ha añadido el presidente de AEAS.
Según el último estudio nacional de suministro de Agua Potable y Saneamiento 2022 (AEAS-AGA), que se publica cada dos años, en 2020 coincidiendo con la pandemia el gasto hídrico fue de 131 litros por habitante y día, y por tanto superior al de la edición anterior, que había sido 128 litros per cápita en 2018 y de 132 en 2016. Aún así es de los más bajos en Europa.
Las cifras son similares por otra parte, a las últimas publicadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2022 que también se refieren a 2020 y que cifran el consumo doméstico de agua en ese ejercicio en 133 litros por habitante y día sin variaciones respecto al de 2018, mientras que en 2016 había sido de 136 litros.
El consumo doméstico está garantizado
En estos momentos, pese a la sequía el suministro doméstico de agua está garantizado salvo en pueblos pequeños de serranías sin conexión a redes generales de abastecimiento, ha explicado el presidente de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS).
Cuando esas localidades aisladas que tienden a disponer habitualmente de recursos hidricos abundantes sufren por otra parte, los efectos de sequías prolongadas y sus fuentes naturales se secan es cuando padecen problemas de suministro.
Eso no ocurre en las ciudades grandes ni en las medianas, ni siquiera en las pequeñas salvo en algún municipio aislado; "todas ellas están integradas en las redes generales de distribución de agua", ha señalado.
En estos momentos, las zonas más críticas por estrés hídrico podrían aguantar todavía sin problemas de suministro más allá del invierno, ha añadido.
La senda decreciente de consumo de agua en los hogares españoles es "generalizada con una tendencia clarísima a reducirse" desde hace treinta años salvo ligeras variaciones puntuales.
Más allá de la pandemia, la climatología es otra de las caudas que puede alterar temporalmente la secuencia de consumo; en años calurosos como es lógico se bebe más, ha recordado el responsable de Ecologistas en Acción.
La concienciación social es clave para la reducir la huella hídrica pero también las grandes mejoras acometidas en las infraestructuras de abastecimiento o el uso de aguas residuales depuradas para riego de parques y jardines. EFEVerde
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