El Parque Nacional de Garajonay fue incluido por la UNESCO, en 1986, en su lista de bienes del Patrimonio Mundial: es un paraje espectacular que se desparrama por todos los municipios de La Gomera en el archipiélago canario y que se remonta a la Era Terciaria, cuando casi toda Europa estaba cubierta por bosques de laurisilva como los que aún se pueden apreciar y disfrutar aquí.
La laurisilva o bosque laurifolio es un tipo característico de espesura, poblada por especies diferentes de follaje perenne, que sólo puede desarrollarse atendiendo a un clima templado uniforme con mínimas variaciones de temperatura y en el que prima la humedad gracias a la constante presencia de un verdadero mar de nubes y nieblas: se encuentra en varias de las islas Canarias, pero es en La Gomera donde puede apreciarse en todo su esplendor con especies de la familia de las lauráceas y del fayal-brezal en un conjunto que recibe también el expresivo nombre local de monteverde.
Hace unos 20 millones de años este tipo de bosque era muy común en buena parte de Europa, pero las glaciaciones lo empujaron hacia el norte de África y los denominados achipiélagos macaronésicos (Azores, Cabo Verde, Madeira, Islas Salvajes y las propias Canarias); al final, el avance del desierto en todo el norte del continente africano acabó confinando la laurisilva a las islas.
El parque se denomina así por el pico de Garajonay que, con sus 1.487 metros por encima del nivel del mar, es el punto más elevado de La Gomera y, desde el centro de la isla, se extiende a lo largo de una superficie de cerca de 4.000 hectáreas en las que alberga cientos de endemismos de flora y fauna, incluyendo alguna especie como el lagarto gigante local o Gallotia bravoana que se pensaba extinto hasta que fue redescubierto hace pocos años por investigadores de la Universidad de La Laguna.
En el municipio de Vallehermoso, al pie del Roque Cano, un “monumento natural símbolo del municipio” se encuentra el hotel rural Tamahuche, cuyo responsable Jordi Blesas Joher, destaca el senderismo como la actividad ideal para los ecoturistas porque “la isla es pequeña, unos 20 kilómetros de diámetro, pero tiene muchísimas posibilidades para los aficionados a caminar disfrutando de la Naturaleza” gracias a la existencia de “dos grandes senderos: el que lo circunvala y el que atraviesa por el interior, aunque hay multitud de pequeñas variantes…, sin embargo, éste es un territorio montañoso así que tienes que estar fuerte para aprovechar algunos tramos”.
Dependiendo del tiempo disponible, se puede escoger entre las 18 rutas que componen la red de senderos del parque o cualesquiera de las decenas de otros caminos que se pueden encontrar en distintos puntos de la isla, aunque siempre se recomienda no caminar solo y llevar consigo algo de agua y alimento, además de protector solar y ropa adecuada: los ecoturistas deben tener en cuenta que, a pesar del clima subtropical del cual disfruta La Gomera todo el año, han de llevar siempre en el equipaje alguna prenda de abrigo pues la influencia de los vientos alisios termina por crear el mar de nubes que fomenta unos fuertes contrastes climáticos entre la costa y el interior.
El senderismo se puede combinar con la observación ornitológica para ver especies muy variadas, desde la paloma rabiché hasta el busardo ratonero, el reyezuelo canario o la lavandera cascadeña y, por supuesto, con diversas actividades relacionadas con el mar: en ese sentido las costas del sur de La Gomera, como otros puntos del archipiélago, son un lugar perfecto para el submarinismo y el avistamiento de cetáceos.
“De aquí también salen los aventureros que cada año hacen la travesía del Atlántico a remo”, comenta, “un poco en recuerdo de la escala que hizo Cristóbal Colón en su viaje a América, que desde La Gomera alcanzó las costas americanas y por esto se le llama también la isla colombina”; los remeros parten con la intención de llegar, por la pura fuerza de sus brazos, hasta la isla de Antigua y Barbuda o a cualquiera de las otras del Caribe a donde pueda conducirles un trayecto cuyo récord mundial es de 30 días si bien los expertos que la han cubierto recuerdan que la media está en torno a los dos meses y por tanto se puede considerar la más dura del mundo de este tipo.

Sin embargo, “si hay que definir la experiencia gomera con una sola palabra, yo diría que es ‘tranquilidad’, porque aquí te puedes olvidar de todos los ajetreos”, concluye Blesas, cuyo establecimiento se desarrolló a partir de una casona del siglo XIX restaurada en el 2000 y manteniendo la arquitectura típica de la isla.
Además de las ventajas ecológicas, “apoyamos la actividad local, como la gastronomía, con platos de aquí como el potaje de berros, el queso ahumado de cabra o la miel de palma”, la cerámica tradicional o la fabricación de instrumentos musicales típicos de la zona como las chácaras y el tambor gomero; si el ecoturista tiene tiempo puede incluso plantearse el aprendizaje del silbo, lenguaje silbado practicado por los habitantes de la isla y Patrimonio de la Humanidad desde 2009, mucho menos contaminante que los teléfonos móviles.
Desde que fue declarado Parque Nacional, los responsables de Garajonay han impulsado la recuperación del ecosistema natural original a través de medidas como la recuperación de flora amenaza y su reintroducción a partir de reproducción en vivero, la lucha contra especies exóticas invasoras o la sustitución de los pinares plantados en los años 60 del siglo XX por la vegetación de fayal-brezal en algo más de 500 hectáreas de extensión.
Un problema que en los últimos años ha afectado a la zona es de los incendios forestales, el último de los cuales con carácter grave sucedía ahora hace tres años: duró cinco días y arrasó más de 4.000 hectáreas, de las cuales 900 pertenecían al Parque Nacional. Según declaraba a Efe el entonces director Ángel Fernández, en torno a unas 100 de ellas necesitarán un siglo para llegar a disfrutar de un estado similar al que tenían antes de las llamas, mientras que el resto precisarían de entre 10 y 15 años para restaurarse.
Ubicada en la parte occidental de Canarias, La Gomera es una de las siete islas más importantes de esta Comunidad Autónoma y acumula diversas figuras de protección medioambiental: el parque nacional está incluido en las redes Natura 2000, ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves) y LIC (Lugares de Interés Comunitario) mientras que la Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos cuenta con parajes como el Parque Rural de Valle Gran Rey, la Reserva Natural Integral de Benchijigua o el Parque Natural de Majona y, además, la isla entera es considerada desde 2012 como Reserva de la Biosfera.
El hotel rural Tamahuche es uno de los alojamientos incluidos en la web www.clubrural.com, uno de los mayores buscadores de Europa dedicado a la promoción del turismo rural en España.
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