Proteger los sitios de nidificación esporádica de la tortuga boba en el Mediterráneo occidental es crucial para la conservación de la especie, según una investigación de la Facultad de Biología y el Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la Universidad de Barcelona (IRBio).
El trabajo, que publica la revista “Scientific Reports“, explica que la tortuga boba (Caretta caretta) es una especie marina presente en las zonas tropicales y templadas de todo el mundo, que acostumbra a nidificar en las costas de Japón, Omán, Australia, el Caribe y la costa este de América del Norte, Cabo Verde y el Mediterráneo oriental, en especial, en Grecia, Turquía, Chipre y Libia.
Nuevas áreas de nidificación
Esta especie tiene un comportamiento filopátrico, es decir, vuelve a las playas donde nació para hacer la puesta de huevos, pero algunas hembras no vuelven a la zona de nidificación y pueden realizar alguna puesta ocasional en nuevas áreas.
Este fenómeno, considerado excepcional, ha ido creciendo en los últimos años en las playas del Mediterráneo occidental.
Hasta ahora, la filopatria se consideraba el principal obstáculo de la tortuga boba para colonizar nuevas áreas, pero este trabajo revela por primera vez que la caretta caretta utiliza mecanismos para colonizar nuevos espacios usando zonas de alimentación como puente.
Esta sería una estrategia clave que ha permitido que esta especie filopátrica haya sobrevivido durante millones de años, además de distribuirse por todo el mundo y empezar a colonizar las playas del Mediterráneo occidental.
“El fenómeno del calentamiento global puede hacer que las actuales playas de nidificación no sean viables. Por ello, la tortuga debería buscar nuevos lugares donde hacer las puestas”, ha explicado el profesor Carles Carreras, primer autor del estudio y miembro del Departamento de Genética, Microbiología y Estadística UB y del IRBio.
El sexo de las tortugas
El trabajo analiza un total de cuarenta episodios de nidificación esporádica registrados en las costas de España, Italia y Francia entre 1870 a 2015 y ha aplicado técnicas de alta resolución de estudio de fragmentos ADN mitocondrial y microsatélites de muestras procedentes de puntos de nidificación.
Los biólogos han advertido que en las tortugas marinas, el sexo queda determinado por la temperatura de incubación de la puesta en las playas de anidación, donde cada hembra puede hacer una puesta de más de cien huevos, que son incubados en la arena entre 40 y 80 días.
En el Mediterráneo oriental, con temperaturas cada vez más altas, podría tener lugar un fenómeno de “feminización”, es decir, un aumento del número de hembras nacidas.
“En zonas de reproducción habituales en latitudes más cálidas, la proporción de hembras ya es muy elevada, hasta llegar en algunos casos a cerca del 90 %, lo que podría significar el colapso de estas poblaciones si no encuentran nuevas playas de puesta que tengan condiciones de temperatura más adecuadas”, ha alertado Carreras.
Sin embargo, en la mayoría de los nidos esporádicos del Mediterráneo occidental, con temperaturas más frías, “los datos indican que se producen sobre todo machos. La nidificación esporádica podría permitir nuevas poblaciones residentes en el Mediterráneo occidental, pero sólo si la temperatura aumentara lo suficiente en un futuro como para producir también hembras”, ha detallado el profesor Lluís Cardona, miembro del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias ambientales y del IRBio.