Quemas prescritas y biomasa, en la “caja de herramientas” contra los incendios forestales

Publicado por: Redacción EFEverde 2 de abril, 2023

València,  (EFEVerde).- Las quemas prescritas, que consisten en quemar el bosque de forma controlada con fuego de baja intensidad y el aprovechamiento de la biomasa son algunas de las armas contenidas en la “caja de herramientas” contra incendios por la que aboga el ingeniero forestal valenciano Ferran Dalmau-Rovira.

“Tenemos un sistema de extinción de incendios contundente, seguramente de los mejores del mundo, porque por desgracia tenemos una barbaridad de incendios”, reconoce el ingeniero, director ejecutivo de la consultora de ingeniería forestal Medi XXI GSA en una entrevista con EFE, en la que lo compara con ser “buenos cazadores”.

Pero a veces, afirma, incluso a los mejores cazadores “se les escapa un león”; en concreto, el año pasado, 57, bajo la forma de grandes incendios forestales, los que superan las 500 hectáreas quemadas.

Ante eso, “un bosque gestionado es parte de la solución a los grandes incendios forestales”, según Dalmau, y hay diversas “herramientas” que permiten “vacunar a los espacios naturales contra la pandemia del fuego”.

“Evidentemente, como en todo, hay antivacunas, pero los antivacunas se basan en el dogma y el progreso humano se ha basado siempre en la ciencia”, destaca, y la ciencia dice que si se consiguen bosques que tengan cargas de combustible por debajo de 10 toneladas por hectárea, los incendios que se produzcan en ellos van a estar “dentro de la capacidad de extinción”.

La primera de estas herramientas, detalla, es el mantenimiento de la agricultura en las zonas rurales, donde “los campos de almendros, de olivos, generan economía rural y contribuyen a fijar población al territorio”, pero la pregunta es “quién está dispuesto a salir de la cómoda ciudad para irse al incómodo campo”.

También la ganadería extensiva tiene un papel de cortafuegos, y por eso reclama que “igual que hemos protegido al lince ibérico en peligro de extinción”, se proteja a los agricultores y ganaderos rurales.

En cuanto a las herramientas relacionadas intrínsecamente con los bosques, el ingeniero ha destacado la silvicultura, el cuidado de estos espacios, que tiene una parte preventiva por la que, por ejemplo, “se podan los árboles y se aclaran masas forestales densas y cercanas a la carretera para evitar que si alguien tira un cigarro el fuego se suba a las copas de los árboles”.

Otro tipo de silvicultura por la que apuesta es la productiva, la que está basada en la industria de la madera, del papel, de la resina, o de productos forestales para la comercialización.

Biomasa residual, árboles que compiten y quemas prescritas 

Asimismo, destaca la necesidad de aprovechar la biomasa, todo el material vivo o derivado de lo vegetal en los bosques, que “si no se aprovecha, se acumula”.

“Como se suele decir, la energía no se crea ni se destruye, solamente se nos quema en los incendios forestales cuando no se gestiona la biomasa”, destaca Ferran Dalmau, que pone como ejemplo de esta falta de gestión el riesgo que suponen las ramas caídas tras una nevada o un rayo.

En concreto, la Comunitat Valenciana genera cada año un millón de toneladas de biomasa residual: un 80 % de este millón es de origen agrícola y el otro 20 % es forestal.

En las zonas ya quemadas que se regeneran, añade el experto, lo que se produce es “una explosión de arbolitos que van a empezar a pelear entre ellos para conseguir luz, nutrientes y agua” en zonas densamente arboladas, en las que puede llegar a haber 14.000 ejemplares en una hectárea, casi dos por metro cuadrado.

“Esos arboles no se van a hacer grandes y no van a llegar a hacer un bosque maduro jamás, porque no les llegan los nutrientes que necesitan”, con lo que es más fácil que se quemen, y por ello propone hacer claras, es decir, cortes de árboles para “pasar, por ejemplo, de 14.000 arboles por hectárea a 1.000” y que ese millar tenga “14 veces más luz, más agua y nutrientes”.

Dalmau-Rovira alude también a las quemas prescritas, que implican “quemar trozos de bosque de forma controlada, con fuego de baja intensidad” para reducir el combustible disponible, es decir, la biomasa residual (ramas, hojas) en fuegos a los que “llegan antes los bomberos que las llamas”.

Este tipo de solución, destaca, no solo es segura sino también más barata: “Una quema prescrita en un parque natural, con todas las garantías de seguridad, puede costar 2.250 euros por hectárea, mientras que apagar un incendio cuesta 10.000 euros por cada hectárea”.

La tormenta perfecta: sequía y masa forestal acumulada 

En el incendio de Villanueva de Viver se ha dado, en su opinión, “una tormenta perfecta” que tiene que ver con dos factores: la biomasa residual y la sequía.

“En primer lugar, tenemos mucha rama muerta desde la nevada de 2017 en una zona en la que, cuando se empezaron a cortar árboles para salvar a otros en la misma área, se criticó las talas masivas”, comenta.

Pero también ha influido la sequía, tras un invierno atípicamente cálido en el que “íbamos casi en manga corta”. Ante esta situación, Dalmau sostiene que “el cambio climático va a provocar cambios en el paisaje” y, si bien por sí solo no provoca incendios, sí “agrava los incendios”.

A su juicio, “falta cultura y educación forestll” y ello se debe a que “nos hemos desnaturalizado en la medida en la que nos hemos replegado en las ciudades”.

“Este desconocimiento tiene mucho que ver con la gente que no conoce los oficios del campo y cómo funcionan los procesos naturales”, concluye. EFEVerde

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Redacción EFEverde

Un equipo de periodistas especializados en periodismo e información ambiental de la Agencia EFE.