Huelva (EFE).- Investigadores de las Universidades de Huelva y del Algarve de Portugal han han duplicado el crecimiento de microalgas con el uso de desechos agroindustriales procedentes del vino, la algarroba y el biodiésel, para lograr una producción de biocombustibles más barata y mejorar la economía general del proceso al promover la economía circular.
En concreto, la microalga con la que se ha conseguido ha sido la Chlorella sorokiniana que tiene un alto potencial biotecnológico por su capacidad de sintetizar ácidos grasos de interés industrial, ha informado la Fundación Descubre en un comunicado.
Los expertos han incrementado la velocidad de crecimiento de los microorganismos aprovechando la diversidad de su alimentación, ya que las microalgas son capaces de nutrirse de manera autótrofa, usando dióxido de carbono y luz solar como las plantas, o de manera heterotrófica, a partir de fuentes de carbono orgánico.
Con la combinación de ambas, han logrado eliminar el problema de la falta de alimento en las zonas de sombra de los tanques donde se crían y al mismo tiempo, por medio de un sistema de alimentación, llamado por lotes, logran cosechar mayor cantidad de la biomasa que producen de una manera más efectiva y rápida. Consiste en la aportación puntual de la fuente de carbono, en los tanques y cuando se observa que el crecimiento de la microalga se detiene, se cosecha la biomasa creada.
Por otro lado, el bajo precio del biodiésel ha alentado la investigación intensiva en distintas direcciones.
Según han indicado los expertos, el interés por el biocombustible producido a partir de microalgas ha ido en aumento en los últimos años, ya que tienen un gran rendimiento y, dependiendo de la variedad, pueden acumular hasta un 60 % de su peso en aceites que se pueden transformar en biocarburantes.
Sin embargo, los costes siguen siendo demasiado altos para competir con los combustibles fósiles tradicionales y ahora los expertos exponen un nuevo sistema que reduce los gastos asociados a la producción de microalgas al incluir fuentes de carbono procedentes de residuos agroindustriales.
Durante la investigación, se han utilizado con éxito diferentes desechos de la industria como fuente de carbono, incluido el extracto de vaina de algarroba, glicerol procedente de biodiésel y las lías de residuos de vino oxidado.
“Este material procede de la parte sólida que queda en el depósito o la barrica después de la fermentación. Los resultados de nuestra investigación demuestran que, una vez oxidado, es el alimento ideal para que la microalga Chlorella sorokiniana crezca más y produzca más biomasa”, ha explicado la investigadora de la Universidad de Huelva Rosa León.
La investigación se enmarca dentro del proyecto ‘ALGARED+: Red transfronteriza para el desarrollo de productos innovadores con microalgas‘, una red de excelencia perteneciente al Programa de Cooperación Transfronteriza España-Portugal (POCTEP) en la que participan instituciones y empresas del sector de la acuicultura, la biomedicina y de la producción de microalgas de ambos países. EFE
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