“Serra Pelada”, la película brasileña cuya exhibición clausuró el Festival de Cine de Río de Janeiro, retrata la dura vida de los mineros que trabajaron en la mayor explotación de oro a cielo abierto del mundo, situada en medio de la Amazonía brasileña.
Serra Pelada, una mina de oro activa en las décadas de 1970 y 1980, atrajo a innumerables brasileños por una moderna fiebre del oro, en un trayectoria vital que, según Egito, nació “con inocencia”.
Sin deseo de dar lecciones morales”, tal y como explicó en rueda de prensa su guionista, Vera Egito, el filme muestra el descenso ético, laboral y humano de quienes llegaron a esa región del estado amazónico de Pará atraídos por la fiebre del oro y el ascenso de los grupos mafiosos que se instalaban en la explotación.
De esta mina, de la que hoy solo queda un gigantesco cráter, fueron extraídas, según los datos oficiales, 30 toneladas de oro durante los catorce años que estuvo activa y en que acogió a casi 100.000 trabajadores, que permitieron el auge temporal de la cercana ciudad de Curionópolis, además de las villas próximas, donde se asentaron miles de personas para dar servicio a los mineros.
La transformación de los protagonistas del filme, encarnados por los actores Juliano Cazarré y Julio Andrade, ejemplifica esa peripecia. Llegados a la mina con la inocencia del buscador terminan mezclados en luchas de poder.
El ascenso de los grupos mafiosos que se yerguen por encima del esfuerzo de los mineros también es retratado en la película, al mostrar con toda crudeza la pugna entre ellos por dominar la explotación así como la facilidad para corromper a los funcionarios de la región.
Durante los años de mayor expansión de la mina la dictadura militar brasileña también hizo varios intentos de controlar la producción y dominar el tráfico de oro, lo que no evitó que el contrabando del metal fuese algo cotidiano en la explotación.
El director de la película, Heitor Dhalia, explicó que antes de la grabación se preguntaba por qué nadie había hecho antes una película sobre el tema, una duda que quedó resuelta por la complicación de rodar en los parajes amazónicos donde las condiciones “son terribles”.
Por ello, trasladaron las localizaciones de la filmación a parajes del estado de Sao Paulo, donde las condiciones climáticas y biológicas facilitaron la labor del equipo.
Wagner Mohura, protagonista de las cintas “Tropa de Élite”, y uno de los actores brasileños más en boga tras participar en el filme norteamericano “Elysium”, también interpreta un pequeño papel que, según sus propias palabras, juega el rol “del antagonista más fuerte que precisaba la película”.
La familiaridad de los brasileños con la historia narrada le permitió a Moura, también productor de la película, inspirarse en figuras conocidas y experiencias personales para adentrarse en la piel de un minero que asciende hasta situarse como uno de los líderes de la explotación utilizando la violencia.
La película también supone, según expresó el propio Moura, un ejemplo del “momento óptimo” que vive la industria cinematográfica brasileña que, además, se encuentra con una “clara tendencia a mejorar”.
El crecimiento de este sector cultural puede observarse en la diversidad de temas tratados, lo que en opinión de Moura, supone “una señal de madurez” que permite contemplar “muchas posibilidades”.
El buen momento del cine brasileño lo reflejó el propio Festival de Río de Janeiro, clausurado anoche, en el que debutaron once producciones nacionales y que fue abierto con la exhibición del documental “Amazonia”, la coproducción francobrasileña sobre un mono de circo que debido a un accidente aéreo tiene que aprender a sobrevivir en la mayor selva tropical del mundo. EFE