Argentina como metáfora
En el artículo de la semana pasada empezamos hablando de la crisis del euro (con su actual epicentro en nuestro país) y acabamos haciéndolo de Argentina y su decisión de expropiar YPF. Resulta frecuente escuchar a los novelistas decir que sus personajes tienen vida propia y que acaban llevando la historia lejos de donde ellos preveían en un principio. Sin embargo, en nuestro caso, que empezáramos en Europa y acabáramos en el cono sur americano está plenamente justificado. No fueron las juguetonas musas quienes nos arrastraron lejos de nuestra intención inicial, sino una estación de paso necesaria para entender plenamente lo que sigue.
El país sudamericano, con su polémica medida, puso en el centro del debate el concepto de soberanía. Energética en un principio, pero como se apuntaba el viernes pasado, también financiera. El argumento es sencillo. Argentina acabó 2011 con déficit en su balanza de pagos[1]. Siendo como es una economía fuertemente exportadora de materias primas y estando muy altos los precios de dichos productos, el país tendría que estar disfrutando de una mejor posición en sus relaciones económicas con el resto del mundo. Seguramente hubiera sido posible encontrar causas más explicativas del deterioro en la balanza comercial, pero el gobierno argentino prefirió escoger el típico enemigo exterior al que culpar de los males: REPSOL no estaba invirtiendo como debía en su subsidiaria YPF y, como consecuencia de ello, las exportaciones de hidrocarburos se encontraban lejos de su potencial y de ahí la deficitaria balanza de pagos.
El que un país tenga déficit de balanza de pagos significa que tiene que endeudarse con el exterior por el mismo importe del déficit. Necesita pedir prestado dinero a bancos y fondos de inversión de otros países para financiar aquello que compra fuera y que no se compensa con lo que vende al exterior. Si esta situación se va repitiendo a lo largo del tiempo, es decir, si las deudas con el exterior se van acumulando año tras año, llegará un momento en el que los prestamistas internacionales comiencen a desconfiar de la capacidad del país en cuestión para devolver el dinero prestado. Y en consecuencia dejarán de prestar o lo harán a tipos de interés muy superiores.
Por tanto, cuando Argentina dio un golpe en la mesa expropiando YPF, estaba demostrando su firme determinación de controlar unos recursos tan estratégicos como son los hidrocarburos, pero en mucha mayor medida estaba luchando por recuperar el control sobre su balanza de pagos, que es lo mismo que decir, sobre su soberanía financiera.
Balanza de pagos e independencia financiera. El caso español
En el cuadro siguiente se refleja el detalle de los distintos elementos en que se descompone la balanza de pagos de nuestro país. Y en el cuadro de apoyo que acompaña a este artículo se ofrece una pequeña explicación de lo que se incluye en cada una de las balanzas. Como podemos ver, nuestra situación es deficitaria, aunque mucho menor de la que teníamos en los años del boom económico. En 2007 el déficit ascendió a 100.689 millones y en 2008 a 99.281 millones, así que en estos cuatro años de profunda crisis el saldo negativo se ha reducido a la tercera parte.
Cuadro 1. Balanza de pagos y balanza de los sectores de la energía exceptuada la electricidad (Petróleo, carbón y gas). España 2011. En millones de euros.
SALDO | 2011 |
Balanza comercial (a) | -39 701 |
Balanza de servicios (b) | 33 997 |
Balanza de rentas (c) | -26 134 |
Balanza de transferencias (d) | -5 928 |
Balanza corriente (a+b+c+d) (1) | -37 766 |
Balanza de capital (2) | 5 487 |
Balanza de pagos (1+2) | -32 279 |
Balanza MMPP energéticas | -40 260 |
Fuente: Ministerio de Economía y Competitividad (DATACOMEX[2]) y Banco de España[3]
Pero claro, tantos años acumulando déficit se han traducido en un saldo en el endeudamiento de nuestra economía con el exterior que, a finales de 2011, ascendía a casi un billón de euros[4]. Es decir, nos han prestado más de lo que nosotros hemos prestado al exterior por esa cifra que, por cierto, coincide con el tamaño de la economía española: nuestro PIB anual es en la actualidad sólo algo superior a ese mismo billón de euros.
La razón de que estemos padeciendo últimamente un repunte en nuestra prima de riesgo que nos ha hecho superar ampliamente los 500 puntos básicos (el estado alemán se financia al 1,5 por ciento y el español a más del 6,5 por ciento) tiene mucho de razones coyunturales y de una pésima gestión de la crisis por parte de las autoridades europeas, pero la causa subyacente última hay que buscarla en este enorme endeudamiento de nuestra economía con el exterior. Los prestamistas internacionales comienzan a desconfiar de que seamos capaces de devolverles lo que nos han prestado hasta el día de hoy. Y más aún cuando sucede, como es el caso, que el año que viene vamos a seguir aumentando nuestro endeudamiento un poco más, como consecuencia de que, también este año, presentaremos déficit en nuestra balanza de pagos.
De hecho y como pasamos a ver, es el propio endeudamiento el que provoca que éste no deje de crecer año tras año; que nos veamos inmersos en un desesperante círculo vicioso. Todo ello se hace evidente al analizar el dato correspondiente a la balanza de rentas, el agregado que refleja la diferencia entre los intereses que nos pagan y los intereses que pagamos al exterior. Esos 26.134 millones de euros de importe negativo son la consecuencia directa del billón de euros que acabamos de comentar. Como vemos, una salida ingente de dinero en concepto de intereses, que nos lleva a concluir que si no estuviéramos endeudados con el exterior y por tanto nuestra balanza de rentas estuviera a cero, estaríamos a sólo 6.000 millones euros de lograr el equilibrio de la balanza de pagos.
La economía del sol viene al rescate
Podíamos entonces dar también nosotros un golpe encima de la mesa. Exigir una quita en nuestras deudas con el exterior, un poco al modo de las medidas que han adoptado (con tan poco éxito, por cierto) los bancos sobre la deuda pública griega. De esta forma, tendríamos más fácil alcanzar el anhelado superávit con el exterior y recuperaríamos la confianza perdida en la sostenibilidad de nuestras finanzas.
Algunos agoreros con disfraz de sesudos economistas, especialistas en el sutil arte de alimentar profecías autocumplidas, nos intentan convencer un día sí y otro también de que la única forma de que nuestra economía salga de la postración pasa por negociar lo antes posible el impago parcial, aunque ordenado, de nuestra ingente deuda. Pero desde la economía del sol hay alternativas. Alternativas que se nos hacen evidentes si volvemos una vez más sobre los datos del cuadro uno. Vemos en él que el mayor signo negativo corresponde a la balanza comercial, la que compara importaciones y exportaciones. Nos hemos permitido además, complementar los datos principales de la balanza de pagos con los relativos a un componente concreto de la balanza comercial, el que explica realmente porque nuestra balanza de pagos se encuentra en situación endémica de déficit. Estamos hablando de las materias primas energéticas, que supusieron en 2011 un saldo negativo de más de 40.000 millones, una cifra, claramente superior al déficit total de balanza de pagos. Si fuéramos energéticamente independientes no necesitaríamos pedir prestado al exterior. Si dejáramos de consumir petróleo, gas y carbón pasaríamos a estar en la primera división de las economías internacionales y las bases de nuestra economía serían mucho más sólidas.
Lo que viene a continuación se puede y debe hacer mejor, pero como aproximación vale: En nuestro país hay unos 20 millones de turismos que, de media, recorren unos 15.000 kilómetros al año. El 40-45 por ciento de todo el petróleo que se consume aquí es en forma de gasolinas y gasóleos de automoción[5]. Si todos esos coches se movieran con motores eléctricos, sería necesario instalar paneles fotovoltaicos por una potencia total de 30.000 MW[6].
Cuando se lanza una propuesta como ésta, son muchos los que saltan tachándola de utópica. Que si los coches eléctricos no son fiables y tienen poca autonomía, que son muy caros, que la electricidad fotovoltaica es también muy cara, etc. Argumentos todos que merecen contestación, pero que nos alejan del tema de nuestro artículo. Porque aún nos queda contemplar cómo la sonrisa de nuestro oponente se vuelve definitivamente triunfadora cuando nos hace ver que, si queremos de verdad resolver el problema del déficit comercial, no vamos a conseguir nada sustituyendo hidrocarburos por paneles solares. En realidad, dirán, nos da igual cubrir nuestras necesidades energéticas comprando petróleo en Arabia que paneles en………..China. Nuestro saldo con el exterior seguirá siendo igualmente deficitario, no habremos resuelto ningún problema y tendremos que enfrentar todos los que se citaban más arriba.
Afortunadamente, esto no es así. Por un lado, resulta que aquí no es posible extraer petróleo y gas porque no hay o al menos no al nivel de nuestras necesidades, cosa que no sucede con los paneles fotovoltaicos. De hecho, en la actualidad, en España aún se fabrican más paneles de los que se instalan en el año. Y por otro lado, en caso de que finalmente no hubiera más remedio que importar todos los módulos fotovoltaicos desde China, la factura de los 30.000 MW, a los precios actuales, estaría en el entorno de los 18.000 millones de euros. Entonces, recapitulando: con solo 18.000 de déficit comercial en un año, estaríamos reduciendo para siempre el 40-45% de nuestra demanda anual de petróleo y derivados. No está mal como punto de partida, si de verdad queremos erradicar para siempre nuestra insoportable dependencia económica. Tanto de los caóticos mercados de hidrocarburos como de los también caóticos mercados de capitales. Y todo poniendo simplemente a funcionar la economía del sol.
A modo de recordatorio, el saldo de la balanza de pagos, es decir, la diferencia entre el dinero que nos pagan los que no residen en nuestro país y lo que les pagamos a ellos, es el resulta de sumar el saldo correspondiente de las siguientes sub-balanzas:
- Balanza de bienes o balanza comercial: importaciones y exportaciones, es decir, mercancías físicas que pasan por la aduana, como los coches o los tomates.
- Balanza de servicios: cuando lo que se vende fuera o se compra fuera son servicios. El componente más importante es el turismo (un extranjero que viene a pasar sus vacaciones a España, está gastándose aquí el dinero que ha ganado en su país), pero también se incluyen aquí, por ejemplo, los servicios que pueda prestar un abogado americano a una empresa española que quiere abrir una sucursal en EEUU.
- Balanza de rentas: que recoge fundamentalmente rentas de inversión, como intereses o dividendos. Incluye entre otros los intereses que tenemos que pagar a los prestamistas internacionales que han comprado deuda española.
- Balanza de transferencias: Aquí se recogen las remesas de los inmigrantes, pero también las transferencias que, por ejemplo, reciben los agricultores españoles de la Unión Europea dentro de la llamada Política Agraria Común.
Estas cuatro balanzas componen la llamada Balanza corriente a la que se le suma, la Balanza de capital para determinar el saldo final de la Balanza de pagos.
- Balanza de capital: Está compuesto fundamentalmente por las transferencias de fondos que tiene como destino invertir en bienes de capital. Normalmente recogen relaciones entre Administraciones y en el caso español en particular el saldo positivo se explica sobre todo por las transferencias de los distintos Fondos europeos destinados a financiar infraestructuras en nuestro país.
[1]http://www.indec.mecon.ar/nuevaweb/cuadros/19/bal_03_12.pdf
[2]http://datacomex.comercio.es/
[3]http://www.bde.es/webbde/es/estadis/infoest/e0701.pdf Series temporales del epígrafe 7.
[4]http://www.bde.es/webbde/es/estadis/infoest/e0706.pdf
[5]http://www.cores.es/esp/estadisticas/estadisticas-petroleo/consumos-Petroleo.html
[6] Un vehículo eléctrico necesita 15 kWh para recorrer 100 kilómetros. Eso significa que, si recorre 15.000 km al año, va a consumir anualmente 2.250 kWh. Para producir esa energía basta con una instalación de tan sólo 1,5 kW de potencial nominal. Por tanto, 1,5 kW x 20.000.000 de coches= 30.000.000 de kW, o lo que es lo mismo: 30.000 MW.