Esta semana están reunidos delegados de todo el mundo en Quito, Ecuador, en la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible (Hábitat III), para adoptar la Nueva Agenda Urbana (NAU) – un marco global consensuado para promover el desarrollo urbano sostenible por los próximos veinte años.
Con el Acuerdo Climático de París que pronto entrará en vigor y las Metas de Desarrollo Sostenible en curso, se espera que la NAU provea un momentum urgente para la necesaria transición a un desarrollo sostenible, equitativo y bajo en carbono.
La NAU aparece ambiciosa y holística, al incluir principios que buscan luchar contra la pobreza urbana, asegurando un desarrollo urbano económico inclusivo y la sostenibilidad ambiental; y reconoce que estos principios son indivisibles y están interconectados. Sin embargo, cuando se trata de los compromisos del documento, la NAU falla en reflejar adecuadamente esa interconexión, especialmente entre los aspectos ambientales del desarrollo sostenible y el resto de principios.
De cierta manera esto es entendible. La necesidad global más urgente es abarcar la creciente inequidad y pobreza en muchas ciudades de rápida urbanización y pocos recursos, que aún están luchando para proveer servicios básicos como agua potable, energía segura, acceso a la movilidad urbana, trabajo, educación y sistemas sanitarios vitales. Sin embargo, lo que generalmente se pierde en esta urgencia es que estos servicios no pueden lograrse sosteniblemente sin considerar los aspectos ambientales.
A pesar de que la NAU hace referencias a la necesidad de la sostenibilidad ambiental urbana, estas son bastante superficiales y no hay una clara referencia a cómo son fundamentales para asegurar que la erradicación de la pobreza y la provisión de servicios básicos puedan ser conseguidos sosteniblemente.
WWF, a través de nuestro trabajo con las ciudades, ha resaltado la importancia de la sostenibilidad ambiental en la provisión de necesidades básicas de los ciudadanos urbanos como un aspecto clave del desarrollo urbano sostenible. Una forma en la que hemos realizado esto es mediante la publicación de ejemplos de buenas prácticas en nuestra plataforma Soluciones Urbanas.
Por ejemplo, un caso de estudio relevante es el de la Ciudad de México, que ha sufrido por mucho tiempo de una pobre provisión de agua y que actualmente se está hundiendo como resultado del rápido agotamiento de su acuífero. Las autoridades de la ciudad han caído en cuenta de que el relleno del acuífero dependía en gran manera del Gran Bosque de Agua al sur de la ciudad, que cubre 250.000 hectáreas, y que se ha estimado que contribuye a dos tercios del abastecimiento de agua del acuífero. A pesar de que el 80 % del bosque está bajo un estatus de protección, la tala ilegal, el crecimiento urbano y los proyectos viales, han contribuido a la rápida deforestación, a una tasa de aproximadamente 9 campos de fútbol por día.

La ciudad ha trabajado para introducir un programa de pago por servicios ecosistémicos para ayudar a preservar y proteger estos bosques, que también ha tenido un impacto benéfico en las comunidades pobres que dependen del bosque para subsistir. En 2007, la ciudad también lanzó un plan verde para crear un sistema de monitoreo de las áreas protegidas y comenzar un programa de reforestación. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la ciudad necesita un mayor apoyo para salvar su bosque y abastecimiento de agua. Aquí es donde la NAU puede jugar un rol crucial, brindando mayor importancia a la sostenibilidad ambiental mediante las otras dimensiones de la sostenibilidad y fomentando marcos apropiados que puedan ayudar a transformar la Ciudad de México y muchas otras ciudades en posiciones similares.
Otra área donde la NAU se queda corta es en incluir compromisos que apoyen el rol que las ciudades pueden jugar en la transición a un futuro bajo en carbono y los beneficios asociados de las dimensiones social y económica. Ya se está construyendo un momentum entre las ciudades, en el Norte y en el Sur, para actuar respecto al cambio climático; principalmente para desarrollar líneas base de impactos climáticos y reducir la dependencia de combustibles fósiles, mientras aumentan las energías renovables. En los últimos cinco años, WWF ha dado protagonismo a las ciudades que están tomando estos pasos vitales a través de nuestra iniciativa City Challenge (Desafío de las ciudades).
En este reto, las ciudades obtienen premios por liderar la transición hacia propuestas bajas en carbono. Por ejemplo, Ciudad del Cabo ganó el premio global en 2014. En particular, la ciudad fue galardonada por su programa de instalación solar de calentamiento de agua, que incluye instalaciones gratuitas a los propietarios de bajos recursos. El programa no solamente abarca las necesidades de pobreza energética, sino que también ha ayudado a reducir la dependencia de esta ciudad de la electricidad a base de la quema de carbón, una importante fuente de energía para calentar el agua. Ahora la ciudad está planificando crear una industria de calentamiento solar de agua que pueda proveer de trabajo e impulsar la competitividad económica.
A pesar de sus falencias en torno a la sostenibilidad ambiental, la NAU ha generado mucha emoción y esperanza de que realmente pueda conducir la urgente transición al desarrollo urbano sostenible. La tarea es ahora de todos los involucrados en resaltar la importancia de la sostenibilidad ambiental y asegurar que todas las partes implementadoras caigan en cuenta de qué tan fundamental es la integración de los aspectos ambientales para garantizar la implementación exitosa de la NAU.
(*) Indra-Jeet Mistry, Experto en Ciudades Sostenibles, WWF-Suecia
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[divider]Fotografías:
México © Edward Parker / WWF
Cape Town © Martin Harvey / WWF.
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