Una ganadería extensiva que contemple la coexistencia con grandes carnívoros como el lobo mediante el uso de perros guardianes requiere aún de una gestión administrativa que “reduzca las barreras legales” e “impulse la prevención” para compatibilizar otros usos sobre el territorio.
Éste es el mensaje lanzado por el grupo de expertos que ha participado en las jornadas ‘Rebaños, mastines y usos compatibles: trabajando en armonía’ organizadas por el World Wildlife Fund en Guadalajara con el objetivo de “sensibilizar sobre la importancia de la ganadería extensiva” y analizar posibles conflictos derivados.
La situación afecta especialmente a explotaciones del centro peninsular donde, en los últimos decenios, el lobo se ha recuperado ante un ganado “desprotegido” en zonas con menor tradición de perros guardianes, ha explicado en su ponencia la representante de la organización, Yolanda Cortés.
Perros guardianes
La incorporación de perros guardianes a las explotaciones ganaderas, según los resultados del proyecto LIFE Coex desarrollado entre 2004 y 2008, llega a suponer un descenso de casi el 70 % en las cabezas de ganado perdidas por este tipo de ataques.
[box type=”shadow” ]Sin embargo, la tenencia de este cánido, que consume un kilogramo de pienso al día, implica costes de manutención y posibles problemas con visitantes al entorno de las explotaciones, quienes pueden verse involucrados en conflictos con perros de guardia o ganado, motivos por los cuales no está tan extendida.[/box]La legislación actual sobre bienestar animal o tenencia de animales ante este tipo de situaciones supone una “barrera” para el ganadero, según ha afirmado a Efeverde el consultor en conservación ambiental Alberto Navarro, quien ha participado en un estudio jurídico sobre las dificultades legales en España respecto al uso de perros de guarda y defensa.
Navarro se ha referido a la “ambigüedad jurídica” de estas normas, que puede llegar a interpretar a los cánidos como “potencialmente peligrosos” sin contemplar sus características particulares o como “animales abandonados” sin tener en cuenta que “pueden trabajar de forma libre y autónoma”, por lo que puede aplicar a sus dueños “sanciones de hasta 45.000 euros”.
Una vía de salida a esta ambigüedad sería “aplicar excepciones” que contemplasen la adscripción de estas especies a explotaciones ganaderas o el nombramiento del mastín “como especie de trabajo”, han indicado los expertos en la jornada.
Prevención y concienciación
Pero además de la gestión de estas barreras legales, “son necesarias” otras medidas de prevención y concienciación, como ha apuntado el Responsable de Especies para WWF España, Luis Suárez.

“No se trata solamente de poner carteles” que avisen al caminante sobre la entrada a espacios ganaderos, sino de “acompañarlo de medidas de seguimiento, gestión adaptativa, control de visitantes o registro de incidentes”, ha resumido.
Igualmente, es preciso atender a las “trabas burocráticas, legales o de comercialización” que inciden “de manera global” sobre el modelo de ganadería extensiva.
Para ello, la representante de la Asociación Trashumancia y Naturaleza, Concha Salguero, ha abogado por desarrollar un concepto de “rentabilidad” que incluya y premie, desde las administraciones, valores más sostenibles a través de la creación, por ejemplo, de etiquetas de comercialización para los productos de este tipo de explotaciones o sistemas de apoyo financiero. EFEverde
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