Lourdes Uquillas.- El paisaje sonoro se ha empobrecido en España desde hace cincuenta años, ha advertido el naturalista y comunicador Carlos de Hita, recientemente galardonado con el Premio Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad, en la categoría de Difusión del Conocimiento y Sensibilización
“Se detecta fácilmente el empobrecimiento del paisaje sonoro porque la biodiversidad se va reduciendo en España”, ha manifestado a Efeverde, quien ha añadido, que según datos de la “Sociedad española de Ornitología, en los últimos 50 años, la población de algunas especies de aves se ha reducido entre un 30 y un 50 por ciento.
“A día de hoy, de tres codornices que había solo queda una”, ha señalado.
“La serenidad, la tensión, el miedo…, todo está en el paisaje sonoro, no hay sonidos mejores ni peores, yo intento registrar esos sonidos”, sin embargo, “caminamos hacia una primavera silenciosa”, ha dicho, mencionando al libro de Rachel Carson que fue una profecía en 1962.
“El concierto sonoro de la naturaleza ahora es mucho más pobre, hay muchos menos instrumentistas”, ha aseverado, “aunque la naturaleza sigue teniendo todos los sonidos del mundo, la tranquilidad, la serenidad, el miedo, que es lo que yo cuento”.
“El sonido es consecuencia del comportamiento de los animales, puedes saber en qué ciclo vital están, hay mucha información, es cuestión de memoria e interés por aprender y memorizar ese complejo y enmarañado mundo de las aves”.

Indeterminados : sonidos sin clasificar
“Es muy difícil distinguir los sonidos de las aves, hay que aprender a interpretar el lenguaje de los animales”, pero todo es cuestión de “memoria e interés por memorizar el complejo y enmarañado canto de las aves”, ha asegurado.
Ha manifestado que en su archivo existe una carpeta clasificada como “indeterminados”, en referencia a los sonidos que no ha sabido clasificar, porque para “estar en la naturaleza y ver lo que pasa ahí, hay que tener dos cualidades, entender lo que está pasando ahí y la paciencia suficiente para confundirte con el entorno”.
“Cuando llegas a la naturaleza eres un extraño, pero al fin y al cabo no engañas a nadie, todos te han visto, pero hay que disfrutarla”, y al final en el campo “una buena espera nunca decepciona, siempre sucede algo”.
Empecé a grabar hace más de 30 años por el canto de las aves, soy técnico de sonido y naturalista, pero mi afición viene de más lejos cuando “salía a ver animales, esa fue mi formación”, antes de grabar para series documentales, “en las que formaba parte del grupo de naturalistas del rodaje, y derivé a grabar por mi trabajo, pero hay que saber estar en el campo y disfrutarlo”.
Como muchos “niños de mi época, soy un niño urbano”, pero aprendí con los reportajes de Félix Rodríguez de la Fuente, que es quien “nos abrió la naturaleza como un mundo de interés intelectual a la gran mayoría de personas en este país”.
En mi primer trabajo “tuve mucha suerte”, fue al rodar “Silencio roto”, una serie de documentales para Televisión Española con Joaquín Araujo, y “yo siendo naturalista del equipo de rodaje empecé a grabar el sonido de la naturaleza”.
Siguió con grabaciones por su cuenta y pronto comenzó a colaborar en documentales, películas a las que suministró algunos sonidos, pero “tengo dos momentos que me hacen profesional”, el trabajo para crear una “fonoteca zoológica” en el Centro Nacional de Educación Ambiental (Ceneam) y la participación durante 20 años en el programa de Iñaki Gabilondo en la Cadena SER.
“Por un lado estaba detrás del micrófono grabando sonidos de la naturaleza y por otro estaba delante del micrófono contando cómo sonaba la naturaleza”, ha recordado, “con Iñaki hicimos que el sonido de la naturaleza fuese algo así como noticia todas las semanas”.
Cine de naturaleza
Sin embargo, ha afirmado que en España aún hay mucho que hacer para lograr que el cine de la naturaleza llegue a los índices de países como Francia donde la película “Las estaciones” logró un millón de espectadores, mientras aquí solo se llegó a los 20.000.
Actualmente trabaja en la postproducción de “Cantábrico, el sonido del oso pardo” secuela de “Guadalquivir” (2014), que logró estar en la salas de cine durante tres meses, pero recuerda con pesar que los documentales de naturaleza tienen un sambenito “son para dormir la siesta”…
Mientras los programadores de televisión no cambien y no consideren en sus carteleras a la naturaleza, seguirán siendo programas “marginales”, ha concluido. Efeverde
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