La deforestación no sólo significa pérdida de arbolado. También implica un deterioro grave de la biodiversidad, ya que algunos estudios calculan que en torno al 70 % de especies de fauna y flora son habitantes de los bosques por lo que la desaparición de éstos conlleva la de aquéllos. Además, el suelo también se degrada porque sin cobertura vegetal se seca con rapidez. Por si fuera poco, se libera CO2 y además se favorece la propagación de diversas enfermedades. Todo ello, sin tener en cuenta los beneficios psicológicos que nos proveen los árboles o su valor paisajístico y cultural.
