Investigadores de las universidades de Vigo y Santiago de Compostela, en colaboración con el Centro de Investigaciones Forestales de Lourizán (Pontevedra), han diseñado un modelo estadístico que permite predecir qué zonas de monte son más proclives a sufrir incendios de “alta severidad”.
El estudio, coordinado por el profesor José María Fernández, de la Escuela de Ingeniería Forestal del campus de Pontevedra, concluye que la fuerza y dirección del viento, el tipo de vegetación o la existencia de pendientes son factores “determinantes” para que los incendios forestales causen “mayores daños” en masas arbóreas.
En base a estos factores y otras variables topográficas, meteorológicas y relativas a los combustibles vegetales, este modelo diferencia en qué parcelas es más probable que se produzcan fuegos que afectan a los árboles en su totalidad.
En concreto, se analizaron los fuegos sufridos en Ponte Caldelas y Oia (Pontevedra) y A Fonsagrada (Lugo) en 2013, y uno que se produjo en Laza (Ourense) en 2010.
Los resultados de este estudio se recogen en el artículo que Fernández firma, junto a José Antonio Vega y Enrique Jiménez, del Centro de Investigaciones Forestales de Lourizán, y Ana Daría Ruiz y Juan Gabriel Álvarez, de la Universidad de Santiago, en la revista ‘European Journal of Forest Research’.
En base a los datos recogidos de los incendios
“Lo que nos interesaba ver es si en base a los datos que recogimos de los incendios somos capaces de predecir dónde va a ocurrir lo mismo en una zona que no haya ardido”, explica José María Fernández en declaraciones al diario digital de la Universidad de Vigo.
A partir de la investigación, sus autores concluyen que los incendios son más frecuentes en zonas con alta velocidad de viento y en zonas donde las copas del arbolado están más cerca del suelo, así como en lugares más expuestos al sol.
Además, los incendios más graves se repiten en áreas “con alta rugosidad del terreno” o en lugares en los que el suelo presenta mayores variaciones de altura en un corto espacio.
El estudio que se desarrolló en Pontevedra se centró en los llamados “fuegos de copa”, que son incendios caracterizados por el paso de las llamas de la copa de un árbol a otra, provocando que estas ardan por completo.
Se trata, señala Fernández, de incendios que traen consigo “muchas implicaciones”, en primer término, en las propias tareas de extinción, ya que “no es lo mismo enfrentarse a llamas de ocho metros que de 25, que son algo realmente imparable”, apunta.
Una vez sofocados, no sólo se pierde masa arbórea, sino que el suelo queda “totalmente expuesto” a la acción de la lluvia, que va a provocar un arrastre de materiales que generará “repercusiones negativas” más allá de la zona del incendio.
Poder distinguir, por lo tanto, qué parcelas son “críticas” puede ser una manera de ayudar en la toma de decisiones sobre tratamientos preventivos, según los autores de la investigación. Efeverde