Cometen el crimen perfecto: no dejan huella hasta lograr su botín y viven alejadas del escenario del crimen, aunque tozudas regresan a él una y otra vez. Son las termitas subterráneas, las más numerosas y difíciles de controlar en España.
Devoran cualquier tipo de madera, con la “precaución” de dejar la capa externa intacta, por tanto hasta que el daño no es muy acusado nadie se da cuenta.
Son responsables de millonarias pérdidas en los cascos antiguos de las ciudades y del patrimonio cultural del país, afirma a EFE Teresa de Troya, directora del Laboratorio de Protección de Maderas del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA).
La Alhambra de Granada, entre sus objetivos
Entre los tesoros culturales atacados están las catedrales gallegas, la Alhambra de Granada y el Palacio de Gaudí, o viviendas con la inseguridad que implica para sus inquilinos.
Para luchar contra la termitas subterráneas, de las que no se libra ningún punto de España, y el resto de los insectos xilófagos, la investigadora está trabajando en la línea de Francia, único país con una legislación antixilófagos.
Ello significa que cualquier compra-venta de inmuebles en Francia debe ir acompañada de un certificado que garantice que está libre de xilófagos. En ello trabajan 3.000 inspectores cualificados.
Una nueva normativa
La experta está preparando dicho documento técnico, que podría ir revestido de rango de ley, real decreto etc, y además está en conversaciones con las administraciones y resto de agentes implicados.
El INIA, donde De la Troya trabaja desde los 80, estudia qué organismos atacan la madera y cuáles la protegen, desde que se corta el árbol hasta su uso final.
Al organismo público acuden en busca de asesoramiento desde las empresas del sector a Patrimonio Nacional, por citar algunos.
Las empresas piden un protocolo unificado
Precisamente, las empresas de plagas han planteado al INIA el problema de que cada compañía aplique un protocolo distinto para controlar los xilófagos, de ahí su interés en unificar los criterios de actuación en los cascos urbanos.
“Empezamos (el protocolo) por las termitas subterráneas -dice De la Troya- porque es uno de los problemas más importantes en países mediterráneos”.
La madera es un producto biodegradable que es atacada por organismos vivos o agentes bióticos o abióticos, como los meteorológicos, y dentro de los organismos vivos figuran los hongos cromógenos -producen manchas- y los xilófagos, como las termitas, que se comen la madera.
Subterráneas y de madera seca
Hay dos tipos de termitas, las subterráneas que habitan en Baleares y la Península, y las termitas de madera seca, que son menos numerosas y se controlan más fácil (se alimentan en la propia madera).
En el siglo XIX, la mayor parte del parque inmobiliario español estaba construido con madera, pero después se sustituyó por el cemento y hormigón.
Pero ahora, afirma la investigadora, la UE apuesta por el uso de la madera, entre otras razones porque es un material renovable y es un sumidero de carbono.
La rehabilitación está ahora en el punto de mira
Asimismo, añade, Fomento ha empezado a apostar por la rehabilitación y está analizando el estado del parque inmobiliario que, por primera vez, incluye una base de datos en donde se incorpora la existencia o no de xilófagos.
Al contrario de lo que sucede por ejemplo con la aluminosis, “las termitas son insectos, tienen patas y, aunque se eliminen de un lugar, migran”.
En el caso de las termitas subterráneas pueden tener sus termiteros hasta un kilómetro de distancia del maderamen de las edificaciones: “Llegan a la madera, se alimentan de celulosa y dejan la capa externa intacta”.
Es un problema que “no va a más ni a menos, gracias a los tratamientos”.
Por otro lado, el INIA colabora en un proyecto, junto a la Universidad de Córdoba, para realizar un mapa de termitas de España, que en unos meses se enlazará a su web. EFE
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