(*) Ángeles Parra.- La concentración del sector agroalimentario y los intereses puramente mercantilistas han hecho mucho daño a la soberanía y a la seguridad alimentaria en las últimas décadas. La alimentación en manos de pocas grandes transnacionales trae problemas sanitarios, contaminación masiva, pérdida de biodiversidad, cambio climático, monopolios…
El derecho a la alimentación no debería ser sólo un negocio, porque ese modelo solo genera hambre y enfermedad. Hilal Elver, relatora especial para el Derecho a la Alimentación de Naciones Unidas, durante su participación en BioCultura, hizo estas declaraciones: “La única opción para alimentar a la población mundial pasa por volver a técnicas agroecológicas”. El futuro será agroecológico o no será. La crisis de la pandemia está acabando de concienciar a millones de personas en todo el planeta para tomar nuevos hábitos alimentarios y de consumo. Pero el futuro es hoy más incierto que nunca… estamos al borde de un gran colapso económico y ecológico. ¿Es/ha sido el confinamiento masivo un simulacro organizado por las élites globales para detener hipotéticos futuros levantamientos populares ante escenarios ambientales cada vez más distópicos, con sus consecuentes hambrunas, crisis y problemas sanitarios?
UN FUTURO INCIERTO
Hasta hace tres o cuatro meses, todo indicaba que el sector orgánico iba a seguir creciendo en los próximos años. Los informes que han aparecido en los últimos años, en torno al sector de la alimentación “bio”, mostraban que este mercado iba a gozar de un crecimiento de dos dígitos anual en el futuro. Todo ello mientras el sector agroalimentario convencional seguía estancado… a pesar de su grandilocuencia. Pero ahora ya no sé qué decir. Es evidente que la crisis brutal a la que nos vamos a enfrentar va a afectar también al sector ecológico. Quizás menos que a otros sectores, pero tampoco podemos ser tan optimistas con respecto a su crecimiento. Supongo que a algunas empresas les va a ir muy bien. Pero también es verdad que muchos pequeños productores lo van a pasar muy mal, porque los pequeños siempre son los peor parados en todas las crisis.

Durante el año pasado los consumidores españoles gastaron cada día 5 millones de euros en alimentación ecológica. El gasto anual per cápita se ha duplicado en cuatro años, y ahora son ya 42 euros por persona y año. Así, son ya 2 de cada 100 euros de nuestra cesta de la compra. Llevamos ya un tiempo en el Top Ten del consumo mundial de productos orgánicos. Hasta ahora, éramos sólo productores. Ahora somos también consumidores. Pero la crisis del Covid-19 lo va a cambiar todo.
¿Se disparará el consumo de productos ecológicos, habida cuenta de que este tipo de alimentación es la que mejor nos inmuniza ante hipotéticos o nuevos virus? ¿O bajará el consumo por la menor capacidad económica de los ciudadanos por mantener sus costumbres de consumo previas a la crisis?
También va cambiando el perfil de consumidor ecológico (hasta hace poco anclado en consumidor de entre 35-50 años); los millennials (consumidores con menos de 35 años) ganan terreno y son ya aproximadamente el 30% de los consumidores de productos ecológicos. Estos millennials cambian drásticamente sus hábitos de consumo hacia la ecología cuando se convierten en padres/madres, como indican todos los estudios. Ahora supongo que esta tendencia se mantendrá. Pero seguro que habrá cambios. Ya que muchos millennials engrosarán las filas del paro. En fin, no somos visionarios…
La incorporación de líneas de productos ecológicos en grandes multinacionales alimentarias va a ser una constante en los próximos años. Eso sí va a seguir. De hecho, los alimentos “bio” ya están, en mayor o menor medida, en muchos lineales de grandes superficies. Se habla ya de que en los próximos 10-15 años en Europa el consumidor sólo va a demandar fruta y verdura que sea ecológica. España exporta gran parte de su producción ecológica. Es la despensa “bio” de Europa. Pero también hay que decir que, cada vez más, una mayor parte de esa producción se consume en el propio país. Aumenta el consumo nacional y también de una forma muy local. Hay una tendencia muy fuerte de consumo ecológico y local. Se va a acrecentar. Pero no sé hasta qué medida será suficiente para salvar de la quema a muchos pequeños productores con pocos recursos financieros.
TAMBIÉN “BIO” Y ONLINE
No tenemos datos de la cantidad de comercios online, pero lo que sí que es cierto es que la mayoría de comercios y empresas disponen ya de venta online. Y se van a multiplicar con la pandemia. Ya se está viendo. Todo el sector ecológico crece y no iba a ser menos el e-mercado ecológico. Pero ahora va a crecer más todavía, al menos en proporción. Los millennials se manejan bien por Internet y compran mucho en la red. Pero a diferencia de otros sectores, en el mundo “bio” crecen también otras fórmulas como son las cooperativas de consumo, los mercados en las poblaciones de forma semanal, las ventas a pie de finca, el apadrinamiento de producciones, las ferias ecológicas… Todo lo local va a ir a más. Sin duda.

ESPERANZA
Las grandes empresas y las grandes superficies han visto un nicho de mercado y se están introduciendo en el universo orgánico. Se veía venir. No tiene por qué ser negativo. Pero es complejo. Si se respetan las normas del juego que hasta ahora todos han respetado en el mundo ecológico, todos ganan. Si no, el mundo “bio” y su credibilidad sufren peligro. No es bueno para el sector el hecho de que estas grandes empresas quieran funcionan en el sector “bio” como funcionan en el sector convencional, donde no hay la misma ética, los mismos conceptos, que funcionan en nuestro sector.
Antes de la crisis, esto estaba muy claro. Ahora va a ser un poco: sálvese quien pueda. Vende como sea. A tu vecino o a una gran superficie, pero vende. El sector “bio” y su expansión son la punta de lanza de todo un cambio de paradigma que afecta a todos los ámbitos de nuestra vida (energía, salud, urbanismo, transporte, productos de higiene y cosmética, textil, construcción…) y que ya no hay nadie que lo pare y que ya ha llegado a todos los rincones de la Tierra. Pero es posible que el proceso se ralentice. No sé qué pensar. Para que las grandes empresas no acaben corrompiéndolo todo, tenemos que ser astutos. Ni negar el proceso, ni dejarlo en sus manos. Hay que ser estrategas.
Nosotros, desde Vida Sana y desde BioCultura, apostamos por el camino de en medio, la tercera vía. Se trata de reconocer que este proceso se está dando y apoyarlo. Ahora bien, con la astucia de tener a las grandes empresas en un diálogo constante para que entiendan que este sector es diferente y que tiene unos códigos éticos que no pueden menospreciar. Podríamos tenerles lejos y dejarles funcionar a su manera pero, tarde y temprano, nos dejarían a un lado y lo corromperían todo. Es mucho mejor tenerles cerca, asesorarles, guiarles, y también vigilarles, llevarles a nuestro terreno. Diálogo, diálogo, diálogo. Pero, ¿y si con la crisis todos estos planteamientos se van al garete? Incluso nuestra propia supervivencia está en tela de juicio. Nadie sabe nada de nada. No hay Plan B. En cualquier caso hay que ser dinámico, creativo, y arriesgarse, no tener miedo, ser creativo, como los artistas…
Hemos trabajado demasiado muchísimos años como para dejarlo todo ahora en manos de hombres/mujeres de negocio de traje y corbata, o si me apuras científicos de bata blanca. Tenemos esperanzas porque hay mucha gente con energía y buenas intenciones. Pero las fuerzas de la desolación son muy destructoras. Creo que en el futuro a corto plazo van a convivir dos tendencias: una parte de la población, muy concienciada, va a alimentarse sólo con alimentos ecológicos para tener un sistema inmune muy fuerte y hacer así frente a los problemas sanitarios que se avecinan; y, por otro lado, va a haber mucha gente empobrecida por la crisis que se va a alimentar como pueda, sin tener demasiados escrúpulos ante alimentos desvitalizados, contaminados y altamente procesados y baratos.
(*) Ángeles Parra es presidenta de la Asociación Vida Sana y directora de Biocultura.
[divider]Esta tribuna puede reproducirse libremente citando a sus autores y a EFEverde
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