La aviación apenas suma un 2 % del total de las emisiones de efecto invernadero, pero mientras un avión cruza los cielos, libera estos gases a una altura tan elevada que se calcula que el sector es responsable del 4,9 % del calentamiento global.
Paradójicamente, durante estas dos semanas en las que el mundo entero tiene puesta su atención en la cumbre COP21 que trata de forjar el primer acuerdo verdaderamente global contra el cambio climático, las emisiones de la aviación -y las del sector marítimo- están fuera de la mesa.
¿Cómo es posible? Lograr un acuerdo de reducción de las emisiones en París es ya un reto considerable, ante las diferencias entre los países, el fiasco que supuso la cumbre de Copenhague en 2009 y el limitado alcance del protocolo de Kioto, negociado en 1992.
Nadie se atreve a mencionar la controvertida aviación
Las partes caminan hacia un consenso en un delicado equilibrio en el que nadie se atreve a mencionar la controvertida aviación.
La Unión Europea, no obstante, tiene la vista puesta en la asamblea de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) que se celebra el próximo año, en la que se tratará de lograr un mecanismo para limitar las emisiones de la aviación a partir de 2020.
“La UE está luchando por lograr una referencia en el texto del acuerdo sobre la necesidad de que haya avances sólidos en la aviación”, afirmó a EFE el comisario europeo de Acción por el Clima y Energía, Miguel Arias Cañete.
La UE tiene mucho en juego. Los Veintiocho estuvieron al borde de una guerra comercial con Rusia y protagonizaron serios encontronazos con otros socios como EEUU tras incluir en enero de 2012 a la aviación en su sistema de mercado de emisiones, lo que supone que los aviones tienen que pagar por cada tonelada de gases que liberan a la atmósfera.
La presión resultó en que la UE decidiera “parar el reloj” en 2013 y dejara de aplicar su tasa a los aviones que provenían o se dirigían a países fuera del bloque, a la espera de que la OACI lograra un acuerdo en 2016 como máximo que se empezara a aplicar en 2020.
Pero de no ser así, la controvertida legislación deberá volver a cubrir a todas las aeronaves sin importar su bandera.
Comisaria europea de Transporte, Violeta Bulc: “2016 es un año muy importante”,
“2016 es un año muy importante”, indicó a EFE la comisaria europea de Transporte, Violeta Bulc, quien apuntó que la cumbre de París es un “primer paso muy importante” para ir preparando el terreno de cara al próximo.
Andrew Murphy, especialista en aviación de la organización Transport & Environment, explica que es muy complejo limitar las emisiones del sector con las tecnologías existentes, por lo que cobra una gran importancia apostar por la eficiencia en el consumo de combustible y la innovación a largo plazo.
También por aplicar políticas que penalicen las emisiones, como la medidas introducidas en la UE. “La cuestión es política, no técnica, existe capacidad para lograr avances”, subraya Murphy a EFE.
Pero para ello, sería necesario que la OACI decidiera dar pasos adelante y abandonara su tradicional inmovilismo, punto en el que Murphy consideró clave que la COP21 aumente la presión sobre la industria y los países representados en la organización.
La UE podría jugar un rol determinante en esta cuestión, tanto debido a su liderazgo tradicional en políticas climáticas como por los problemas políticos que podría causarle volver con las manos vacías. Por no decir la preocupación que crearía entre las aerolíneas europeas.
A rebufo de las discusiones sobre las emisiones de la aviación se van dando pasos para paliar las del sector marítimo, el único medio de transporte que por el momento no cuenta con límites de emisiones en la Unión Europea.
¿Tasas a la contaminación?
Ese sector presenta diferencias clave con el de la aviación, dado que en las discusiones diplomáticas se tiene en cuenta que imponer tasas a la contaminación de los aviones afectaría más a los países ricos, mientras que en el caso de los barcos los países pobres y en desarrollo sufrirían igual.
Sin embargo, Murphy señala que en el sector marítimo sí que pueden aplicar con mayor facilidad las tecnologías existentes, como diseños con propulsión eólicos o paneles solares.
Además, advirtió de que el retraso en poner en marcha políticas de eficiencia tendrá efectos de larga duración, dado que los barcos y aviones más “sucios” continuarán surcando cielos y mares al menos 20 o 30 años después de ser construidos. EFE