Raúl Casado.- EFEverde.- Las luces y las formas, tan cambiantes y diferentes según el momento del día y de la estación, convierten los barrancos de Gebas en un paisaje irrepetible y único. (GALERÍA FOTOGRÁFICA)
Muy próximos a la localidad murciana de Alhama de Murcia, estos barrancos, que toman su nombre de un antiguo caserío, acreditan el título de “Paisaje protegido” desde hace más de veinte años.
Las cárcavas, los cañones, los barrancos y los regatos se suceden en Gebas, pero el contraste de luces y de formas alcanza su máximo esplendor junto al embalse de

Algeciras, una extensa lámina de agua circundada por un paraje desértico.
El embalse desempeña un importante papel en el equilibrio ecológico de la zona, se utiliza como punto de almacenaje en el trasvase Tajo-Segura y libra una función esencial para prevenir las avenidas de la cuenca del Segura.
Para el biólogo Manuel Águila, técnico de Medio Ambiente en el Ayuntamiento de Alhama de Murcia, estos barrancos suponen “el contrapunto” del Parque Natural de Sierra Espuña, y uno de los parajes que mejor representa la aridez característica del sureste español.
Manuel Águila, en declaraciones a EFE, ha destacado los recursos patrimoniales de Gebas, el interés geológico o las singulares especies de fauna y de flora que ocupan este peculiar hábitat.
Los históricos y sucesivos procesos erosivos a los que están sometidos por el agua estos barrancos han creado un paisaje casi lunar, apenas tapizado por plantas características de los climas más secos y extremos.
Esa permanente erosión sobre un suelo de yesos y arcillas provoca cambios morfológicos permanentes, que los barrancos evolucionen, que las cárcavas crezcan o desaparezcan, o que algunas formas del terreno que pudieron sorprender un día al visitante hayan hoy desaparecido mientras surgen otras nuevas.
Durante muchas décadas los habitantes de las localidades más próximas a los barrancos de Gebas apenas prestaron atención a este paraje, pero el Ayuntamiento de Alhama y varias organizaciones tratan de reorientar el foco y han proliferado iniciativas para conocer el lugar y para familiarizarse con sus ricos y diferentes recursos naturales y paisajísticos.

Manuel Águila ha explicado que la erosión en Gebas es continua y las formas cambian incluso de un día para otro; “las formas y los colores son espectaculares y los contrastes aquí son inigualables”, ha señalado el biólogo.
A su juicio, todos esos procesos erosivos, las formas y los contrastes que se originan, tienen “un gran tirón” desde el punto de vista de la investigación y didáctico, pero está convencido de que también lo tienen desde el punto de vista turístico.
Y a pesar de su aspecto, Gebas no es un terreno baldío, y en él se localizan incluso pequeñas explotaciones agrarias o ganaderas, y además del agua, el hombre ha desempeñado su función en el modelaje del paisaje, porque sobre algunas de sus terrazas sobreviven los populares almendros o la característica y apreciada tápena murciana. EFEverde
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