Madrid, 19 ago (EFE).- Los fuegos «sin precedentes» detectados en áreas de la península ibérica han elevado en tan solo unos días las emisiones totales de incendios forestales en España para 2025 al total anual más alto en los 23 años registrados en el conjunto de datos del Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copérnico (CAMS, en por sus siglas en inglés).
Ese servicio ha realizado un seguimiento del incremento excepcional de las emisiones de incendios forestales que han afectado a España y Portugal durante la primera quincena de agosto.
En un comunicado, el CAMS ha revelado que a principios de este mes, las emisiones de carbono acumuladas a causa de estos fuegos en España se situaron por debajo de la media estacional, pese a haber varios incendios activos.
No obstante, ha subrayado que, en apenas unos días, la actividad de incendios «sin precedentes» localizada en varias regiones elevó las emisiones totales de incendios forestales del país para este año hasta llegar al total anual más elevado en 23 años -los que registran los datos del citado servicio-.
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Un gráfico de la progresión de las emisiones refleja cómo desde el 1 de enero al 18 de agosto, el total de emisiones por incendios alcanzó en solo unos días en España un pico al situarse en alrededor de 5,5 millones de toneladas de dióxido de carbono. La media de emisiones para el periodo 2003-2024 se situó por debajo del millón de toneladas de carbono.
En el noroeste de España, varias comunidades autónomas como Castilla y León, Galicia, Asturias y Extremadura se han visto gravemente afectadas por las llamas, lo que ha llevado a la evacuación de miles de residentes, al cierre de carreteras y la interrupción de conexiones de transporte, como la línea de tren que comunica Madrid y Galicia.
La calidad del aire se deteriora
Las observaciones de la red española de vigilancia de la calidad del aire y del sistema de predicción y vigilancia del CAMS muestran que la calidad del aire en una amplia región de España se ha deteriorado, con concentraciones de partículas finas PM2,5, muy por encima de las directrices de calidad del aire de la Organización Mundial de la Salud, que establece una media de 24 horas de 15 microgramos por metro cúbico (μg/ m³ ) para PM2,5.
Según el CAMS, el humo de los incendios se ha extendido cientos de kilómetros, reduciendo la calidad del aire mucho más allá de las zonas de incendio inmediatas.
Esos focos también continuaron durante las primeras semanas de agosto en el norte de Portugal, con nuevos incendios de gran magnitud localizados en el centro del país en los últimos días, señala el comunicado.
Estas previsiones han mostrado un claro aumento de PM2,5 en superficie, relacionado con el humo de esos incendios, con concentraciones muy por encima de los niveles normales.
El humo se extiende a otros países
Ese servicio enfatiza asimismo que el humo de esos fuegos en la península ibérica se ha extendido por Francia, el Reino Unido y Escandinavia, sumándose al de los incendios de Canadá que cruzan el Atlántico.
El científico del CAMS Mark Parrington considera «excepcionales» las emisiones de incendios en la península ibérica durante agosto, en declaraciones recogidas en la citada nota.
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«El crecimiento de las emisiones totales estimadas, desde niveles inferiores a la media, ha alcanzado el total anual más alto para España en las dos décadas del conjunto de datos de emisiones de incendios del CAMS en tan solo 7-8 días», ha destacado el experto.
Las grandes cantidades de humo, y especialmente de PM2,5, liberadas a la atmósfera han provocado un «grave deterioro de la calidad del aire a nivel local y en zonas más alejadas de la península ibérica y partes de Francia», agrega.
CAMS utiliza observaciones por satélite para estimar la intensidad de los incendios y calcular las emisiones de carbono y contaminantes asociados, además de elaborar pronósticos sobre la dispersión del humo y su impacto en la calidad del aire.
En el verano de 2022, las olas de calor ya dispararon los incendios en la península ibérica. Entonces, CAMS señaló que España registraba las emisiones más altas de su serie histórica para esas fechas, con alrededor de 1,3 millones de toneladas de carbono liberadas solo entre junio y julio, apunta el Foro de Bosques y Cambio Climático
Incendios desestacionalizados
Un año después, en marzo de 2023, España alcanzó sus mayores emisiones por incendios para un mes de marzo desde 2003, superando por un pequeño margen los registros anteriores.
Asturias fue el epicentro de aquel episodio, con más de un centenar de incendios que quemaron once mil hectáreas en apenas una semana. La Comunidad Valenciana también vivió un gran fuego en Villanueva de Viver, con 4.700 hectáreas arrasadas.
Ese episodio puso de relieve un fenómeno preocupante: los incendios se están desestacionalizando y ya no se limitan a los meses de máximo riesgo.
Récord histórico en 2025
En 2025, el salto ha sido todavía más brusco segun el Foro. Durante buena parte del verano, las emisiones se mantuvieron en torno a los valores medios de la serie, pero en apenas una semana España pasó a encabezar la clasificación histórica de CAMS con el mayor total anual de emisiones por incendios desde que hay registros.
La curva de emisiones acumuladas se disparó de manera casi vertical. A fecha de esta nota, la superficie calcinada supera las 382.000 hectáreas, obligando a evacuar a miles de personas, interrumpiendo el tráfico ferroviario y cerrando carreteras.
Además, la calidad del aire se ha deteriorado gravemente en la península, con concentraciones de partículas finas (PM2.5) muy por encima de los límites recomendados por la Organización Mundial de la Salud. El humo no se ha quedado en territorio nacional: ha alcanzado Francia, el Reino Unido y hasta Escandinavia.
Una doble amenaza climática y sanitaria
Estos tres hitos —el verano extremo de 2022, el inusual marzo de 2023 y el salto histórico de 2025— evidencian una tendencia inequívoca: los incendios forestales en España son más intensos, se producen en periodos más amplios del año y generan cada vez más emisiones de gases de efecto invernadero y contaminantes atmosféricos.
Esto supone una doble amenaza: por un lado, agrava el cambio climático al liberar grandes cantidades de CO₂, y por otro, deteriora la salud pública al empeorar la calidad del aire.
Según la última edición del Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero, los bosques españoles absorben el 17% de las emisiones, pero los incendios forestales ponen en riesgo esa capacidad. La prevención, la gestión forestal sostenible y la adaptación de los territorios a las nuevas condiciones climáticas son pasos imprescindibles para reducir la vulnerabilidad de los montes y evitar que se devuelva a la atmósfera el CO₂ fijado por nuestras masas forestales, señala el Foro de Bosques y Cambio Climático EFEverde