Las próximas cumbres de cambio climático de Lima y París son citas prematuras para alcanzar un acuerdo global vinculante de reducción de emisiones contaminantes, explica en una entrevista con EFE el Nobel de Química Mario Molina, que acaba de recibir el Premio Campeones de la Tierra de Naciones Unidas.
En una entrevista con EFE, el mexicano -galardonado en 1995 con el Nobel por el descubrimiento de las causas del agujero de ozono (junto a Paul Crutzen y Frank Sherwood Rowland)- opina sobre los riesgos del cambio climático, el papel de la energía nuclear para frenar el calentamiento del planeta y el futuro de los combustibles fósiles, entre otros temas.
Pregunta (P) .- ¿La energía nuclear puede ser parte de la solución para luchar contra el cambio climático?
Respuesta (R).- La energía nuclear puede jugar un papel muy importante en la lucha contra el cambio climático.
Las nucleares -que no emiten gases contaminantes a la atmósfera- hay que ponerlas sobre la mesa, porque son una parte de la solución, aunque no la única. La tecnología nuclear ha evolucionado mucho en los últimos años y se han aprendido lecciones importantes del accidente de Fukushima.

P: Las próximas cumbres de París y Lima ¿pueden ser decisivas a la hora de alcanzar un acuerdo global vinculante?
R: Lima puede allanar el camino y París es una reunión aún demasiado prematura para que se produzca el cambio necesario en Estados Unidos. El cuello de botella siguen siendo los republicanos, por lo que el acuerdo puede llevar otros dos o tres años, aunque ya hay indicaciones entre los republicanos más serios, que están dudando de esa posición extrema. Pero la situación política va a llevar más tiempo que de aquí a París.
La capital francesa es importante porque habrá declaraciones y compromisos de reducción de países, sin embargo eso no es suficiente. Puede convertirse en un partido de fútbol con prórroga.
Es un paso importante porque puede iniciarse el proceso como ocurrió con el Protocolo de Montreal. Y más adelante tomar medidas, no demasiado rápido porque sale caro, pero sí con creatividad y con tiempo suficiente, que sale mucho más barato.
P.- ¿Qué opina de las dudas que algunos manifiestan sobre la gravedad o las consecuencias del cambio climático?
R.- La ciencia del cambio climático está muy clara. Es un mito de que haya división entre los científicos: la ciencia básica está bien establecida pero hay incertidumbres en las proyecciones de lo que va a pasar en las próximas décadas. Pero, sin duda, sí hay un riesgo muy notable sobre la ocurrencia de desastres muy dañinos y costosos.

Por ejemplo hay un riesgo de que la temperatura pueda subir cinco grados, según los modelos climáticos, lo que sería escandaloso. Ya estamos viendo la recurrencia de fenómenos extremos, como sequías, inundaciones … y donde hoy hay bosques puede haber en el futuro desierto.
Si hubiera un 10 % de riesgo sería un riesgo completamente inaceptable. Por ejemplo el coste para que los aviones sean seguros es alto, pero la sociedad lo asume.
El riesgo es lo que hay que evitar y a un costo muy moderado, en torno a un 1 ó 2 % del PIB de planeta.
P.- ¿Quién paga?
R.- Es obsoleto decir que paguen los países ricos, porque los países en desarrollo o emergentes les conviene también tomar medidas para no afrontar daños enormes. La idea es que todos colaboren desde el principio.
P.- El lobby del petróleo ¿ha hecho mucho daño a la lucha contra el cambio climático?
R.- Son algunas industrias del petróleo, porque otras están muy de acuerdo en que hay tomar medidas y prefieren un acuerdo para conocer el coste de las emisiones y planificar así sus modelos de negocio y proyecciones, porque hay mucha incertidumbre. Se conocen los grupos y los expertos que hicieron esas campañas, y la comunidad científica apenas está despertando para contrarrestar esta información errónea.
P.- ¿Confía en el definitivo despegue de las renovables?
R.- Su precio está bajando de forma espectacular, el ejemplo más claro es el de las celdas fotovoltaicas y el de la eólica. Deben sustituir los combustibles fósiles y no podemos esperar mucho tiempo a que ocurra. La idea es que lo hagan en menos de 40 años.
Tienen un problema que es el de la intermitencia en el suministro, pero comienza a resolverse (gracias al perfeccionamiento de los sistemas de almacenamiento de energía).
P.- ¿A favor de los mercados de carbono, impuestos directos sobre los hidrocarburos…?
R.- Es un detalle dentro del problema que discuten los economistas, el consenso es que es más barato y sencillo la tasa sobre el carbono que sobre los hidrocarburos. Políticamente es más fácil que se aprueben así en EEUU, porque de esta manera no cuesta a la sociedad.
De todos modos, estamos lejos de tener que decidir ahora la forma, yo creo que se va a decidir más por aceptación política que por eficiencia económica. Primero hay que hacer algo, y ya después vendrían los detalles.
P.- ¿Cuál es su opinión sobre el gas esquisto (shell gas)?
R.- Ha tenido un fuerte impacto en EEUU, pero lo que está claro es que ha habido abusos enormes en Colorado y Texas, porque no había un control cuidadoso, pero también está sucediendo que las empresas más grandes están invirtiendo en seguridad y aparentemente con una inversión moderada -del 10 y 20 %- se puede hacer sin riesgos.

En México recomendamos -con la apertura económica de la reforma energética- de que nos aseguremos desde el principio en la adopción de estas medidas.
El gas de esquisto es una solución de transición, pero ahora con la bajada del precio del petróleo y del gas hay inquietud de que eso retrase el uso de las renovables, de ahí la importancia de ponerle un precio a las emisiones.
P. ¿No cree que la comunicación de los científicos del clima es excesivamente técnica y críptica?
R. Totalmente de acuerdo, la comunicación hay que mejorarla. En el lenguaje de los científicos, las mismas palabras pueden decir cosas distintas. Se está intentando cambiar esta situación y que la comunidad científica hable con mayor soltura. EFE
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