El “vergonzoso comercio legal” de animales salvajes procedentes de “granjas de conservación” alcanza en Sudáfrica “un nivel industrial” y de ello busca concienciar la película ‘Mia y el león blanco’, del director francés Gilles de Maistre, que se estrena este viernes en España.
De Maistre ha denunciando en entrevista a EFEverde la existencia de estos establecimientos, auténticas granjas de cachorros de león, que “en teoría contribuyen a su conservación” pero “en realidad son la primera etapa de un negocio legal, pero vergonzoso” de cría de animales salvajes “a nivel industrial“.
A pesar de “la dramática situación” en la que se encuentran otros grandes mamíferos como los rinocerontes o los elefantes, los leones “están en caída libre en su estado natural, casi en vías de extinción“, ha explicado el cineasta francés, puesto que “según los expertos, tan solo quedan 10.000 ejemplares en libertad“.
Y, según narra en su último trabajo, “más que su estado de conservación” lo peor es cómo “el ser humano se sirve de la naturaleza como parque de atracciones“, porque “matamos mucho y en todas partes“.
Granjas para la “conservación” del león
En el caso de estas granjas, “todo es una historia para los turistas” puesto que “si vas a una de ellas en Sudáfrica, podrás jugar por 20 dólares con cachorros de león“.
Se trata de momentos idílicos para inmortalizar fotográficamente o en vídeo mientras se asegura a los visitantes que cuando sean adultos serán liberados en su hábitat.
Sin embargo, cuando los animales cumplen el año, “los enjaulan porque son muy peligrosos pese a las promesas de libertad“.
Una “indusria” de animales salvajes
Estos establecimientos, forman parte de un negocio “financiado en todas las etapas” en el cual también “los voluntarios que trabajan allí son engañados” pues a la hora de la verdad “los leones son vendidos a cazadores” para que sirvan de presas en sus cacerías deportivas.
Así, la película denuncia lo que De Maistre califica como “una estafa que de ninguna manera contribuye a la conservación de la vida salvaje“, y pretende lanzar “el mensaje claro de que hay granjas que suministran trofeos a los cazadores“.
Según este cineasta, “si se paga lo suficiente, se puede escenificar una cacería“, en la cual, en la mayoría de los casos, los leones son “asesinados con una ballesta en un recinto perimetrado“.
Leones que no pueden regresar a la sabana
El director recuerda que “los leones que han tenido contacto con el hombre no se pueden devolver a la naturaleza” porque “son mucho más peligrosos“.
Un león salvaje “sabe que los humanos son su depredador y entonces nos evita” a no ser que no le quede otro remedio, ha explicado.
En cambio, los leones que han sido criados por el hombre, “además de que tendrían una relación totalmente distinta con el medio natural“, saben que las personas “corren menos que un antílope“, lo que según el director “aumenta su hostilidad hacia el ser humano” al saberlo presa más fácil.
La película presenta a Mia, una niña inglesa que se traslada a Sudáfrica con su familia y establece un “vínculo real” con un ejemplar de león albino durante “tres años de rodaje en el más absoluto secreto“, dado que el león utilizado en la cinta “fue rescatado de una de esas granjas de caza“.
Jóvenes por el Clima
De Maistre pretende que este largometraje, “de ambiente familiar” y con una protagonista adolescente, tenga su impacto en “los jóvenes que piden acciones concretas contra en cambio climático“, en referencia al movimiento Fridays For Future (Viernes por el Futuro), ya que “los niños pueden cambiar el mundo“. EFEverde