La contaminación acústica no sólo provoca molestias leves como dolor de cabeza y, a la larga, sordera. También acelera el pulso, incrementa la presión arterial y la agitación respiratoria y puede afectar al organismo generando trastornos de diversa gravedad e incluso infartos. Aunque en España no somos muy dados a tenerla en cuenta porque según diversos estudios éste es uno de los países más ruidosos del mundo, se trata de un problema grave en la sociedad contemporánea.
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(*) Pedro Pablo G. May es periodista y escritor. También dibuja y Mundomay es su universo gráfico, del cual forman parte las ecoviñetas de esta serie.