El control biológico y la endoterapia, dos tratamientos contra la plaga del picudo rojo han demostrado su eficacia en casi 1.000 palmeras que componen el arbolado de la localidad de Carlet (Valencia), ha informado la empresa de mantenimiento de los espacios verdes de la ciudad.
Las 975 palmeras intervenidas, en su mayoría ejemplares de las especies “Whasingtonias robusta”, “Phoenix dactylifera” y “Phoenix canariensis”, han sido tratadas sin emplear agentes químicos, ha explicado en un comunicado Paimed, la empresa encargada del mantenimiento de los jardínes de la ciudad.
La endoterapia, que consiste en la aplicación de una inyección con el tratamiento en el tronco del árbol que lo distribuirá por toda la planta a través de la savia, ha sido la técnica empleada como alternativa a la fumigación química.
Esta técnica tiene dos ventajas, por un lado el ahorro de agua, y por otro, que no es necesario aislar la zona afectada por fumigaciones.
Otro de los tratamientos aplicados es el control biológico en el que se utiliza un hongo como depredador, el mismo que se alimenta de la plaga en la planta y la elimina.
Como última alternativa, Paimed utiliza la cirugía para intervenir las palmeras afectadas por el picudo rojo.
Estos controles han sido utilizados también en plagas como la ‘procesionaria’ y el ‘tomicus’ en los pinos o la ‘cochinilla’ en los ficus, evitando así pulverizar productos químicos, métodos éstos “totalmente inocuos para la salud de las personas y los animales y que no contaminan el medio ambiente” según ha explicado el director Francisco Pérez, director del área de servicios del departamento de Paisaje y Medio Ambiente de la compañía.
Estos tratamientos se deben combinar en los ejemplares tras valorar la especie de palmera, la ubicación y su cercanía con la población, o el grado de infestación, ha precisado la compañía.
La aplicación se realiza siguiendo un protocolo de cuatro pasos: hacer un estudio del estado de las palmeras para saber los síntomas de infestación y anotar los datos de geolocalización de los ejemplares, lo que les permite poder hacer un seguimiento y monitorización.
Además, decidir cuál es el tratamiento más adecuado de acuerdo a las condiciones de salud del árbol y, después de seis meses de su aplicación, realizar un seguimiento para comprobar la evolución.