Preocupados, asustados, sorprendidos y conmocionados son algunos de los términos utilizados por los vecinos de Benahavis para definir su estado anímico a la hora de tener que abandonar sus casas este miércoles por la noche como consecuencia del incendio que comenzaba horas antes en el paraje de La Resienta en Pujerra (Málaga).
Lola Andrés vive en el casco urbano de este municipio malagueño cercano a Marbella y estaba de paseo con un familiar y su perra cuando, de pronto, escucharon por la megafonía de un vehículo del servicio de emergencias que pasaba cerca que debían desalojar el pueblo.
En ese momento repararon en que algunos vecinos salían de sus viviendas con paso apresurado llevando maletas y bolsas consigo en dirección a sus vehículos; otros, como Maureen y John Taylor, comentaban con incredulidad la situación con unos amigos que habían pasado a tomar algo por su casa.
Andrew Scott estaba parado en mitad de la calle con dos almohadas bajo el brazo y la mirada fija en la puerta de su apartamento mientras esperaba que saliese su mujer; el incendio les había sorprendido pasando unos días de vacaciones en Málaga, no hablaba español y no sabía bien qué hacer o a quién dirigirse.
Todos sabían del fuego -el humo no les había pasado desapercibido y las noticias no hablaban de otra cosa desde primera hora de la tarde, siempre presente el recuerdo del incendio del pasado septiembre- pero ninguno pensó que tendría que salir de casa.
Pilar Muriel salía con sus tres niños de uno, cinco y ocho años; había avisado a su marido que a esa hora estaba trabajando, pero cuando fue a buscarlos ya no le dejaron entrar en el pueblo así que esperaba que la policía o la Guardia Civil los acercasen hasta un lugar donde él pudiese recogerlos.
La salida de Benahavís se había convertido en el lugar más concurrido del municipio y la carretera, donde efectivos de la Guardia Civil permitían salir pero no entrar, no dejaba lugar a dudas de que la evacuación debía ser completa.
Se esperaba que a partir de las dos de la madrugada hubiese un cambio en la dirección del viento y lo más sensato, indicaban desde el puesto de mando, era evacuar la localidad. EFEverde