La policía rescata cada año a docenas de estas especies que son interceptadas en el mercado negro.
El creciente comercio ilegal de tortugas marinas hace peligrar la supervivencia de estos animales en Indonesia, hábitat de seis de las siete subespecies de quelonios marinos.
El Fondo Mundial para la Naturaleza ya alertó el año pasado, de que cerca de 100.000 tortugas verdes mueren cada año a causa de su caza u otras actividades de los humanos en aguas de Indonesia y de Australia.
También crece el número de ejemplares que se incautan cada año cuando son transportados o comercializados por las redes dedicadas al tráfico de animales.
El contrabando amenaza paraísos naturales como el de Sangalaki, una isla con una vegetación frondosa y situada en la costa oriental de Borneo, que los expertos consideran el mayor lugar de desove de tortugas de todo el Sudeste Asiático. EFEverde
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