Cristina era vital, alegre y cariñosa, alguien que siempre estaba ahí para echar una mano. Era, sobre todo, pura alegría de vivir. Y eso se notaba en su trabajo.
Hemos compartido en los últimos años muchas horas, preparando y gestionando proyectos, buscando enfoques y protagonistas, en viajes interminables para elaborar esos reportajes de “pajaritos” que tanto le gustaban.
Trabajos sobre naturaleza y medioambiente en los que Cristina daba lo mejor de si misma: empatizaba con los personajes que entrevistaba, los engatusaba y conseguía que se sintieran cómodos ante la cámara. Entonces, ya si, esos agricultores, pajareros, guardas forestales, biólogos, nos contaban sus vivencias, sus problemas y esperanzas…
Los demás a menudo bromeábamos, “a este no le haces llorar”, y casi siempre nos equivocábamos. Incluso los más secos y reacios terminaban rendidos. Conseguía que esas personas se abrieran, que nos ofrecieran un poco de corazón y sentimiento. Mas de uno acabó con un nudo en la garganta, más de uno se emocionó hasta las lágrimas…
Luego esas personas quedaban maravilladas cuando veían el resultado final. Quizás el más bonito halago que jamás haya recibido esta agencia lo hizo una persona que nos explicó que había aceptado ser entrevistado porque había visto en nuestro trabajo respeto, emoción y cariño.
Así recordaremos siempre a Cristina.
Reportaje elaborado por Cristina Yuste.