Un estudio científico en el que han participado investigadores de sesenta centros e instituciones de todo el mundo ha concluido que se necesita una mayor protección legal en alta mar de las aves marinas, especialmente de albatros y petreles, que son las más amenazadas.
Los albatros y los petreles viven un 39 % de su ciclo vital en alta mar, una inmensa área marina que se extiende más allá del ámbito de las jurisdicciones nacionales o internacionales de protección de la naturaleza.
Ante esta falta de protección legal, para conservar las poblaciones de estas aves marinas –uno de los grupos de aves más amenazados del mundo– es “decisivo mejorar la gobernanza de los territorios de alta mar” y aplicar “sin excepciones” los tratados de protección vigentes.
Esta es una de las principales conclusiones de un trabajo, que publica hoy la revista ‘Science Advances‘, en el que ha participado el Grupo de Ecología de Aves Marinas de la Facultad de Biología y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la Universidad de Barcelona (IRBio).
En el trabajo, liderado por Martin Beal, del Instituto Universitario de Lisboa (Portugal), han participan investigadores de 60 centros e instituciones de todo el mundo, entre ellas BirdLife International, el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA-UIB-CSIC), el Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC), el Servicio Antártico Británico (BAS), la Real Sociedad para la Protección de las Aves (Reino Unido) y el Instituto de Investigación Polar (Japón).
124 especies en todo el mundo
Los albatros y los grandes petreles forman parte del orden de aves marinas de los procelariformes, con 124 especies distribuidas por todos los océanos.
Según los biólogos, cerca del 50 % de estas especies están en peligro de extinción por la introducción de especies invasoras en las colonias de cría, la captura accidental en pesquerías, la sobrepesca, la contaminación lumínica, el cambio climático o la polución.
Además, las estrategias vitales de estas aves marinas (ciclo de desarrollo muy largo, madurez sexual atrasada, baja fecundidad, fidelidad a los lugares de cría, etc.) las hacen muy vulnerables ante estas amenazas tanto en el mar como en tierra firme.
“Actualmente, una de las aves marinas más perjudicadas por el impacto de la actividad pesquera es la pardela balear (Puffinus mauretanicus), una especie endémica del Mediterráneo y clasificada en peligro crítico de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza”, ha subrayado el catedrático de Biología de la UB Jacob González-Solís.
En el trabajo, los expertos han seguido por telemetría un total de 5.775 aves de 39 especies de aves procelariformes en diferentes continentes mediante geolocalizadores y GPS tan diminutos que en algunos casos pesan menos de un gramo.
Los resultados muestran que estas aves marinas se desplazan regularmente a regiones de alta mar donde ninguna nación puede garantizar su conservación de forma adecuada.
Albatros “vagabundos”
“Hoy en día, las aves marinas, como los albatros, son los grandes vagabundos”, ha comentado el investigador Martin Beal, que ha resaltado que “este increíble estilo de vida los hace muy vulnerables a las amenazas en áreas marinas donde la protección legal es insuficiente”.
Los investigadores también han denunciado los perjuicios de las pesquerías, especialmente graves en aguas internacionales porque hay un menor control del cumplimiento de la normativa, por lo que reclaman un marco legal global para abordar la conservación de la biodiversidad en alta mar.
El estudio demuestra que “mejorar la gestión de las poblaciones reproductoras de cada país y la gobernanza de los territorios de alta mar será imprescindible para preservar las poblaciones de albatros y petreles en el futuro”.
El trabajo indica que Reino Unido, Francia, Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica son los países que concentran la mayor riqueza de especies reproductoras de albatros y petreles, una clasificación en la que España ocupa la novena posición, especialmente por las áreas reproductoras de estas especies en las islas Baleares y Canarias.
“A escala global, es preciso hacer valer los actuales tratados y directrices los foros internacionales y seguir desarrollando acuerdos internacionales sobre la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina, más allá de las jurisdicciones nacionales”, ha abundado González-Solís.
Potenciar los tratados bilaterals
El biólogo también apela a potenciar tratados bilaterales entre países distantes como Japón, Australia y Rusia para garantizar que las especies que migran a través de las jurisdicciones de estos países reciban la protección necesaria a lo largo de todo su ciclo vital.
El equipo de la UB-IRBio se ha centrado en el seguimiento remoto de la pardela cenicienta del Mediterráneo (Calonectris diomedea), la pardela cenicienta del Atlántico (C. borealis), y la pardela de Cabo Verde (C. edwardsii), unas aves marinas que se reproducen en los archipiélagos de Baleares, Canarias y de Cabo Verde, respectivamente.
“La conservación de especies tan amenazadas como la pardela balear dependerá fundamentalmente de la buena gestión de las administraciones baleares, catalanas y españolas, pero también de los países donde se desplazan estas aves fuera de su época reproductiva, en concreto Francia y Portugal”, ha concretado el profesor Raúl Ramos (UB-IRBio). EFEverde