En estos tiempos de recortes y reducciones en todo el ámbito de lo público, con la intención de ahorrar y cumplir las exigencias del déficit, resultan sorprendentes las declaraciones del gobierno acerca del aumento en los límites de velocidad en carretera. El año pasado, y con la intención de conseguir el ahorro en la factura petrolera, se redujo el límite de velocidad a 110 kms./hora entre marzo y julio, consiguiéndose el ahorro de 450 millones de euros, que no está nada mal.
Desconozco las razones por las que, una vez habituados a esta conducción un poco lenta, se aumentó de nuevo el límite a 120 kms.
El tema es que ahora, con el cambio de gobierno y yo diría que de régimen, parece que todo lo pasado es malo malísimo, incluso la reducción sustancial de muertos en carretera, y se está barajando la idea de aumentar el límite de velocidad hasta los 140 kms en autovías y autopistas.
El ministro del interior considera que no se incrementarán los accidentes, pues estos se producen principalmente en carreteras secundarias, y que es preciso hacer un estudio de impacto ambiental. No entiendo muy bien por qué gastar recursos en estudios de impacto ambiental cuando tenemos tan reciente el programa piloto de reducción de la velocidad, justo aplicado hace un año.
Viendo los pros y los contras de estas políticas, para un vehículo medio se ahorra hasta un litro cada 100 kms. si la velocidad se reduce un 10 %. Así, en 2011 se pasó de consumir de 8,5 litros (a una velocidad de 120 kms/h) a solo consumir 7,6 litros yendo a 110 k/h.
Esta reducción en el consumo significó no solo emitir mucho menos CO2, también supuso un ahorro considerable en la compra de derechos de emisión, lo que debería evaluar con sensatez el gobierno Rajoy.
Aunque tanto apelar al sentido común y a esta medida es que no le encuentro ningún sentido. Para el IDAE, el consumo de carburante aumenta en función de la velocidad elevada al cuadrado. Un aumento de velocidad del 20% (pasar por ejemplo de 120 a 140km/h), significa un aumento del 44% en el consumo, lo que me parece un derroche totalmente innecesario.
Según El País, en su estudio sobre las implicaciones económicas de la reducción de la velocidad, se ahorra un 3% anual de la factura petrolera, sin embargo habría que computar cuánto deja de percibir hacienda al reducirse el consumo pues una parte importante de lo que pagamos por cada litro de gasolina son impuestos indirectos. Sorpresivamente, aunque España está entre los cuatro países donde es más cara la gasolina (efecto oligopolio) sin embargo no es ni mucho menos la más gravada.
Además de la factura final petrolera hemos de computar la emisión de CO2. El transporte por carretera supone el 28% de las emisiones de CO2. Si el gobierno alienta un aumento de la velocidad debería compensar esta medida con el apoyo a formas de conducción compartida y colaborativa como las que propone el car sharing de Respiro (renting de coche por barrios/minutos) o la modalidad del car pooling que empieza a ser una tendencia de consumo en nuestro país con las plataformas de comuto, amovens y conduzco.
Aun promoviendo estas formas de compartir tanto el coste de la gasolina como las emisiones de gases contaminantes, sigo sin entender a quién beneficia la subida del límite de velocidad, si alguien me lo puede explicar, encantada. belenbovillelt@yahoo.com