Madrid (EFE).- La Amazonia arde todos los años “para expandir la frontera agraria”, por lo que los incendios que este verano han devastado el llamado “pulmón” del planeta “no son una crisis puntual, sino una emergencia crónica”, denuncia WWF en un comunicado con motivo del Día Internacional de la Amazonia.
El balance de incendios de este verano en el mayor bosque tropical del mundo apunta a millones de hectáreas calcinadas en los cuatro países más perjudicados, con casi 70 reservas naturales afectadas y miles de especies animales víctimas de las llamas, según WWF.
Además, de enero a mediados de agosto de este año, en Brasil -con más de 72.000- ha habido un 70 por ciento más de incendios que en el mismo período de 2018 y la tasa de deforestación de toda la Amazonia ha aumentado en un 45 por ciento en relación al año pasado.
Para Lourdes Hernández, experta en incendios forestales de la ONG, “no se trata de una crisis puntual, sino de una emergencia crónica”, ya que cada año la Amazonia arde “en beneficio de la ganadería intensiva y el cultivo de soja para producir piensos que alimenten al ganado a escala mundial”.
Para WWF, la Unión Europea y España tienen una gran responsabilidad para frenar esta deforestación; la UE es el segundo mayor comprador de soja por detrás de China y España es el segundo importador europeo de soja y el segundo con el mayor consumo de carne, explica la organización.
Lourdes Hernández advierte de que “estamos perdiendo bosques tropicales fundamentales para la lucha contra el cambio climático, se están destruyendo ecosistemas únicos y el modo de subsistencia de millones de personas está en grave peligro”.
En su opinión, “evitar la deforestación es posible, pero implica transformar el actual sistema agroalimentario mundial, con políticas de cero deforestación por parte de los gobiernos amazónicos, compromiso de los países importadores para evitar el comercio de materias primas que procedan de la destrucción de bosques y responsabilidad social para reducir el actual consumo de carne. EFE
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