Por Arturo Larena.- El año 1992 será recordado desde el punto de vista ambiental como el de la celebración de la Cumbre de la Tierra, la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, en la que España participó activamente y que, si bien no colmó todas las expectativas, supuso el inicio de una esperanza para frenar la degradación del planeta.
En esta macrorreunión, celebrada en Río de Janeiro con el auspicio de la ONU, 150 países -107 representados a nivel de jefe de estado o de gobierno- aprobaron, entre otros documentos la “Agenda 21” un plan de medidas para el desarrollo sostenible del planeta sin comprometer los recursos de las generaciones futuras, además de sendos convenios para preservar la biodiversidad y luchar contre el cambio climático.
Junto con la Conferencia de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, cuyos compromisos España suscribió en su totalidad, otros acontecimientos menos positivos marcaron la actualidad ecológica del país, que durante el 92 padeció una de las peores sequías de su historia.
El azote de la sequía La falta de lluvias provocó restricciones de agua en diversos puntos del país, se perdieron cosechas, y el Gobierno del PSOE aprobó un plan de medidas especiales para paliar el desastre y se avanzó en la redacción del futuro Plan Hidrológico Nacional -que sería aprobado diez años después en el 2002 por un gobierno del Partido Popular-, que contempla la realización de grandes obras hidráulicas.
Aquel borrador del Plan del ministerio encabezado por Borrell establecía una redistribución de los recursos hidrológicos mediante transvases y un régimen tarifario especial, que repercutiría en el recibo familiar del agua, para ayudar a sufragar las grandes infraestructuras.
Mar Egeo
A pesar de la sequía, uno de los mayores desastres se produjo a finales de año, al embarrancar frente a las costas de La Coruña el petrolero “Mar Egeo” cuya marea negra causó incontables daños ambientales y económicos a los ecosistemas de esta zona marisquera, que necesitaría varios años para su total recuperación y que años después (quien olvida la historia esta condenado a que se repita) volvería a ser castigada con el hundimiento del “Prestige”
Pero no todo fue negativo y 1992 quedará en la memoria como el mejor de los últimos quince años en cuanto a superficie destruida por los incendios forestales, con 97.067 hectáreas quemadas, casi un tercio de lo devastado en 1991. A pesar de disminuir el terreno quemado y aumentar la eficacia de los servicios de extinción, el número de incendios se duplicó con respecto al año anterior y alcanzó los 15.535.
En el año del Quinto Centenario, el movimiento ecologista recibió el reconocimiento de la Administración a su lucha por conservar el patrimonio natural del país, al concederles el Premio Nacional de Medio Ambiente.
En septiembre, Madrid se convirtió en la capital energética del mundo con la celebración del XV Congreso del Consejo Mundial de la Energía, dedicado al Medio Ambiente, y en el que participaron representantes de más de 50 países y una veintena de organizaciones internacionales.
El agujero de la capa de ozono antártico continuó creciendo en el 92, hasta alcanzar un tamaño equivalente a 46 veces el territorio de España, según las últimas mediciones de la NASA. Ante esta situación, los países del Protocolo de Montreal acordaron adelantar las fechas para la eliminación de los gases clorofluorocarbonos (CFC) el principal agente causante de la degradación.
I Congreso Nacional de Medio Ambiente
La preocupación por el entorno natural se plasmó en España, en la celebración del Primer Congreso Nacional de Medio Ambiente, bajo el lema “al encuentro de soluciones”. En la clausura de la reunión la reina Sofía pidió un mayor compromiso de todos para evitar la degradación de la Tierra. El conflicto por la instalación de las incineradoras de residuos tóxicos y peligrosos fue otra de las cuestiones polémicas después de que la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha negara el permiso para instalar una de estas plantas en Almadén (Ciudad Real), lo que motivó una dura respuesta del Ministerio de Obras Públicas y Transportes.
Este enfrentamiento confirmó el fracaso del Plan Nacional de Residuos, cuya reforma sacar adelante la Secretaría de Estado para las Políticas del Agua y el Medio Ambiente en los años siguientes.