Madrid.- “Ahora parece que todo es sostenible, cuando no es así: necesitamos una regulación ‘greenwashing’ urgente”, afirma en una entrevista a EFE el ambientólogo valenciano Andreu Escrivá, que acaba de publicar su tercer ensayo, ‘Contra la sostenibilidad’ (Arpa Editores), y se define como “un pesado climático hasta para mí mismo”.
El libro es, en parte, fruto de una charla que escuchó cuando estaba desempleado hace diez años y que “pervertía completamente el significado de la sostenibilidad” con una visión “absolutamente utilitarista y muy poco ética”.
Desde niño “me preguntaba cómo funcionaba el mundo, por qué la tierra era rojiza o de dónde venía la luz” y “siempre tuve claro que este sector tenía mucho futuro” pero al leer artículos sobre ello comprobaba que “sólo pensamos en el medio ambiente y ¿qué pasa con la cuestión social?”
En los últimos años, este asunto ha ido cobrando mayor importancia pero “se ha banalizado con visiones de puro ‘marketing’ que encontramos en todas partes” y al final “tropiezas con informaciones sobre cambio climático cada dos por tres” lo que resulta “un poco agobiante”,
Por ello, ‘Contra la sostenibilidad’ busca “destilar esa pesadez mental, ofrecer en parte mi curiosidad y alimentar las reflexiones de aquellas personas que me leen” porque ser sostenible “no es sencillamente cambiar un tinte menos agresivo por otro más respetuoso…, también hay que pensar en los recursos y en las condiciones de trabajo”.

Desafíos climáticos
A su juicio, es preciso “poner el foco en las industrias hiper contaminantes ligadas a la producción de combustibles fósiles” porque, si bien existen muchas desafíos medioambientales, señala como “especialmente nocivo” el hecho de que “el 75 % de las emisiones de dióxido de carbono deriven del uso de la energía“, lo que convierte ésta en “la cuestión fundamental del cambio climático”.
En su nuevo texto desglosa otros problemas buscando “provocar al lector” y, para ayudar a reformular el significado de sostenibilidad, comienza cada capítulo “contra” una posible solución planteada al calentamiento global y “la idea de que ese algo nos salvará” por sí solo.
Así, dedica uno “contra la huella de carbono” pues a menudo los ciudadanos carecen de “información fidedigna sobre lo que consumimos” y no tienen en cuenta otros factores no cuantificables “como las relaciones familiares, que también influyen”.
Otro punto es el plástico ya que “como divulgador estoy harto de que el 90 % de las preguntas que me hacen en las charlas vayan por ahí, cuando el cambio climático tiene que ver con el uso del suelo, la energía, el transporte, la industria textil o la alimentaria”.
Escrivá insiste en que el plástico “se vende como si fuera el gran problema ambiental y no estamos cuestionando ni el modelo de negocio ni el de distribución”, aspectos más importantes, e incluso va un paso más allá y añade que “la mayor parte del plástico marino no son envases, sino que en un 80 % está relacionado con la pesca”.
Otros problemas
Respecto al lavado verde, denuncia casos en diferentes sectores, incluyendo el financiero, como sucede con “el Banco de Santander, que nos dice que es sostenible porque ha reciclado sus tarjetas de crédito, mientras invierte 46.000 millones de euros en combustibles fósiles”.
En cuanto a la movilidad sostenible, su ciudad ideal es una “en la que se pueda andar y pedalear, con transporte público eficiente, barato e inclusivo”, ya que “la mejor forma de disminuir el gasto energético es que no te haga falta un motor”.
Ello incluye “no asimilar coche eléctrico o híbrido a movilidad sostenible” cuando en realidad, advierte, su fabricación implica mayor cantidad de recursos: “200 kilos de materiales por los 30 de uno de combustión fósil”, si bien “tiene menos impacto que uno convencional”. EFEverde
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