Biólogos marinos del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) y de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) han descubierto la distribución y capacidad de las bacterias marinas de degradar el mercurio del océano.
La investigación, que publica la revista “Environmental Science and Technology”, ha desvelado que las bacterias heterótrofas que contienen genes de degradación del mercurio están ampliamente distribuidas por el océano abierto, lo que tiene implicaciones importantes en el ciclo biogeoquímico del mercurio.
“Hasta ahora teníamos un conocimiento fragmentado de la diversidad de microorganismos implicados en la degradación del mercurio, de su presencia y capacidad de degradación, lo que nos impedía descifrar su papel en el ciclo biogeoquímico del mercurio en el océano”, ha explicado la investigadora del ICM-CSIC Silvia G. Acinas.
Según la microbióloga marina, hasta ahora, muy pocos estudios se habían centrado en la detección de genes de degradación del mercurio en el océano abarcando diferentes regiones oceanográficas y profundidades, incluyendo el océano batipelágico, el que está a más de 4.000 metros de profundidad.
En 2013, más de 130 países firmaron el Convenio de Minamata, un tratado mundial para proteger la salud humana y el medio ambiente de los efectos nocivos del mercurio.
Preocupación mundial
A pesar de la preocupación mundial por el mercurio y, en particular, por su forma química orgánica, por el monometilmercurio (MeHg), considerada una de las diez sustancias químicas más peligrosas para la salud pública, poco se sabe sobre la forma en que se degrada el MeHg en el océano.
Por eso, los investigadores se centraron en los procesos de degradación de esta sustancia química y analizaron una gran colección de cultivos de más de 2.000 bacterias procedentes de expediciones de circunnavegación mundial como ‘Tara Océanos’ y ‘Malaspina’, además de analizar muestras de estudios locales para cubrir diferentes regiones oceanográficas y profundidades.
Distribución de las bacterias
La bacterióloga Marina Isabel Sanz (ICM-CSIC) ha destacado que “el uso de técnicas de cultivo tradicionales junto con enfoques ómicos y bioinformáticos modernos nos ha permitido obtener una visión más completa de la distribución de los genes encargados de degradar el mercurio y de las capacidades de degradación de las bacterias heterótrofas que pueden cultivarse en el laboratorio”.
“La combinación de estos enfoques nos ha permitido advertir que los genes de degradación del mercurio están muy extendidos en el océano, que es algo que desconocíamos”, ha remarcado.
Los investigadores han visto que estas bacterias están activas y no en estado latente o “dormidas”, lo que implica que son capaces de degradar el mercurio.
[box type=”shadow” align=”aligncenter” ]”Describir esta actividad metabólica, especialmente en aguas profundas del océano, tiene importantes implicaciones en el ciclo biogeoquímico del Hg, ya que aporta información sobre por qué se incrementan los niveles de metilmercurio y, en última instancia, puede ayudar a entender mejor las cadenas tróficas marinas y cómo afecta el mercurio a los distintos niveles de la cadena y a la salud humana”, ha subrayado la biogeoquímica Andrea G. Bravo (ICM-CSIC).[/box]
Tolerancia al mercurio
Las investigadoras han resaltado que muchos de los microorganismos descritos en este estudio muestran gran tolerancia a las formas tóxicas del mercurio, ya que pueden tolerar concentraciones muy superiores a las que hay de manera natural en el océano.
De todos ellos, destaca la especie ‘Alteromonas mediterránea’, que presenta la mayor tolerancia y es capaz de degradar el MeHg en solo 24 horas.
Olga Sánchez, investigadora del Departamento de Genética y Microbiología de la UAB y coautora del estudio, ha apuntado que “esta es la primera vez que se estudia la tolerancia de las especies Alteromonas y Marinobacter en el metilmercurio”.
Según Sánchez, “el trabajo sienta las bases para diseñar estudios de biorremediación en los que se puedan utilizar bacterias para degradar ecosistemas contaminados por mercurio, como es el caso de los sedimentos marinos contaminados”. EFEverde