Barcelona (EFEverde).- Al menos 92 águilas perdiceras, una especie en peligro de extinción en Europa, han muerto en Cataluña por electrocución desde 1990, según un trabajo del Equipo de Biología de la Conservación del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la Universidad de Barcelona (UB).
El director de este equipo, Joan Real, ha advertido que “salvar dos águilas adultas cada año en Cataluña haría sostenible la población de esta especie”, una de las que más sufre la existencia de las torres eléctricas, que en todo el mundo tiene “efectos dramáticos” para las aves.
En el resto de la Península, afecta a especies de gran valor ecológico, como el águila imperial ibérica (Aquila adalberti), otra de las rapaces más amenazadas en el mundo, mientras que en EEUU una de las más afectadas es el águila calva americana (Haliaeetus leucocephalus), considerada el símbolo nacional en un país donde anualmente mueren entre 12 y 64 millones de aves por accidentes con líneas eléctricas (cerca de 11 millones por electrocución).
“Salvar dos ejemplares adultos territoriales o cuatro ejemplares jóvenes cada año serviría para que la población de águila perdicera se pudiera mantener estable”, ha señalado Real.
“Para ello, la acción más eficiente sería concentrar los esfuerzos de conservación en corregir determinadas torres eléctricas”, ha pedido Real, autor de una investigación sobre este tema publicada en la revista Biological Conservation, junto con Antonio Hernández Matías y Francesc Parés, de la UB, y Roger Pradel (Universidad de Montpellier).
Conservación:
Este trabajo despliega por primera vez un modelo estadístico para evaluar el impacto de las muertes por electrocución en la población de águila perdicera en Cataluña y cuantifica las acciones de mitigación que habría que desarrollar para conservar la población de águilas en distintas áreas.
El nuevo modelo estadístico integra la información de los reavistamientos de águilas anilladas por parte de los expertos con los datos demográficos de las poblaciones estudiadas de 1990 a 2014.
Incrementar el número de polluelos que vuelan por nido es una estrategia clásica de los gestores para conservar las águilas perdiceras: por ejemplo, trasladando polluelos que probablemente morirían de hambre a otros nidos, tarea positiva, pero que quizá no es la más eficiente en términos de conservación de la población, según los biólogos de la UB.
“El nuevo modelo estadístico, así como las investigaciones de los últimos años -ha añadido Real-, indican que evitar la muerte de adultos es unas diez veces más eficiente demográficamente que hacer el esfuerzo de que vuelen más polluelos”. EFEverde