España lleva años “suspendiendo” en reciclaje, sin lograr los objetivos europeos, y ahora tendrá que “ponerse las pilas” para lograr las metas de la nueva directiva de residuos, más ambiciosas que las anteriores y con un sistema homogeneizado de medición que dificultará aún más su cumplimiento.
Así lo resumen en conversación con EFE especialistas como Eduardo Perero, director adjunto de la Fundación Conama y responsable de su área de residuos, quien en el Día Mundial del Reciclaje recuerda que España no cumplió los objetivos europeos de 2020 -reciclar al menos el 50 % de los residuos sólidos urbanos- y que ahora deberá “ponerse manos a la obra” para mejorar sus cifras sustancialmente.
La nueva normativa comunitaria tiene asustado al sector, mantiene Perero, pues si no logró llegar a las anteriores metas -menos ambiciosas-, ve muy lejanas las de la directiva 2018/851, que se acaba de trasponer al marco normativo español en la Ley de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular, aprobada en marzo.
España recicla cerca del 35 % de sus residuos sólidos urbanos, según los últimos datos de Eurostat y de las comunidades autónomas, y la nueva ley de residuos establece que para 2025 se deberá reciclar al menos el 55 % (en peso), como pide la Unión Europea, porcentaje que ascenderá hasta el 60 % en 2030.
“Tendríamos que aumentar 20 puntos en tres años”, incide Carlos Arribas, responsable de residuos de Ecologistas en Acción, quien cree que “seguramente no lo vamos a conseguir” pero sí prevé que la ley de residuos haga aumentar la cantidad reciclada, al fijar impuestos al vertido y a la incineración que desincentivarán esas prácticas y alentarán el reciclado, explica.
Actualmente, España lleva a vertedero más del 50 % de la basura generada a nivel municipal, según los datos oficiales.
Por otro lado, la norma obligará a los municipios a recoger a partir del 30 de junio la materia orgánica de manera separada, algo que “hará reducir bastante la fracción resto”, la que aúna diferentes tipos de desechos sin distinción y que se compone en su mayoría de restos de comida, y que supone hasta el 80 % de la basura.
Sin embargo, la obligación per se no garantiza el éxito, advierte Arribas, y recuerda que la Federación Española de Municipios y Provincias ya ha avisado de que muchos ayuntamientos no van a llegar a tiempo para implementar un sistema de recogida separada para los biorresiduos, y “están pidiendo ayuda a las autonomías”.
Por otro lado, alega que algunas ciudades han dado pasos “en falso” como es el caso, por ejemplo, de Madrid, que ha colocado contenedores marrones abiertos en las calles, “pero la cuestión no es sólo poner contenedores; hay que implantar sistemas de recogida eficientes, como el de puerta a puerta o los contenedores cerrados con identificación de usuario”, sentencia.
Como esos dos métodos, reconocidos como los más efectivos, son costosos, Arribas arguye que “muchos ayuntamientos están tirando por la calle de en medio, que es la de poner contenedores marrones” sin asegurar que la gente separa la basura en sus casas, por lo que “el fracaso está anunciado”, lamenta.
Nueva forma de medir
Un reto añadido está en la medición de los datos: “el sector de los residuos es el que más mide y, paradójicamente, es el que menos información genera”, sostiene Perero, quien explica que en muchos casos se cuantifica la parte reciclada de los desechos urbanos una vez estos llegan a la planta donde son tratados, cuando en realidad el porcentaje es menor, dice, porque hay un descarte de materiales que no se pueden o no resulta rentable tratar.
Este asunto de las disparidades entre métodos de medición lo soluciona la nueva directiva, al fijar para todos los estados miembro de la UE un mismo sistema: sólo podrán contar como reciclados los desechos que se convierten en nueva materia prima (por tanto, ya no valdrá contabilizarlos antes de ser procesados).
Así, si los objetivos actuales no se están cumpliendo siguiendo con la manera actual de contabilizar el reciclaje -que en España lleva años “estancado alrededor de ese 35 %”, critica Arribas, sin “políticas disruptivas que puedan cambiar ese porcentaje de forma significativa”-, el nuevo método homogeneizado hará descender las cifras, augura Perero, lo que alejará al país aún más de la meta.
Perero intuye que en el caso del vidrio no se verán tantas diferencias, porque es un material “más amable” para el reciclaje -se puede recuperar hasta el 100 %-, pero en el caso de los envases de plástico prevé un bajón mayor en los números, ya que se producen muchos más descartes en esta fracción. EFEverde