Por Antonio García.- Desde hace días, los apenas 700 vecinos de la localidad abulense de San Bartolomé de Pinares vienen oliendo el humo purificador de las "luminarias" -hogueras-, una tradición que en los últimos años ha hecho famoso este municipio dentro y fuera de España.
Durante esta noche previa a la festividad de San Antonio Abad, este pequeño pueblo situado a 30 kilómetros al este de Ávila ha vuelto a sumergirse bajo una espesa "nube" visible desde kilómetros de distancia para rememorar una vieja costumbre que consiste en purificar a los equinos con el humo procedente de las hogueras.
Más de una veintena de "luminarias" ha servido para que caballos, yeguas y burros recorran en varias ocasiones las empinadas calles de San Bartolomé de Pinares a su paso por las grandes llamas procedentes de las hogueras realizadas con las escobas y piornos recogidos en los días previos a la fiesta.
Piornos y agua
Para cumplir con la tradición, los vecinos del pueblo han mojado los piornos y escobas con agua, ya que la clave de esta costumbre se basa en conseguir que el pueblo casi llegue a ocultarse bajo el humo, para que los animales no contraigan cualquier enfermedad el resto del año.
Y es que las "luminarias" surgieron hace más de dos siglos a raíz de las epidemias que asolaron esta zona de la provincia de Ávila, acabando con la vida de muchos animales.
Para tratar de ahuyentar a los malos espíritus e impedir que este tipo de circunstancias volvieran a repetirse, los habitantes de San Bartolomé pensaron que el humo procedente de las hogueras serviría para purificar a los animales, salvaguardándolos de cualquier epidemia.
Desde entonces, la noche anterior a la festividad de San Antonio Abad se desarrolla en este municipio una tradición que esta noche ha vuelto a congregar a cientos de personas.
Poco antes de iniciar el recorrido, público y jinetes han degustado el vino y los dulces típicos de la zona, para después ponerse en marcha y recorrer una a una cada "luminaria", pasando junto a ellas o atravesándolas.
Algunos de los participantes han montado junto a sus hijos, parejas o acompañantes bien arropados, teniendo en cuenta la bajísima temperatura, y con la boca y la nariz tapados con un pañuelo para refugiarse del espeso humo.
Al mismo tiempo, el público ha esperado expectante el paso de los caballos, aplaudiendo y retratando su paso en las miles de fotos realizadas por decenas de fotógrafos que se arremolinaban alrededor de unas hogueras que también han servido para refugiarse del frío.
Una vez concluidas las "luminarias", los vecinos han sacado las sillas a la puertas de sus casas para, una vez consumidas las llamas, aprovechar sus rescoldos para asar el chorizo, la morcilla, la panceta y las chuletillas, que les permitirán reponer fuerzas para seguir disfrutando de la fiesta durante toda la noche.
La fiesta de las "luminarias" es la primera gran tradición popular del año en la provincia de Ávila. Efeverde
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