Plantación del proyecto Life Terra del pasado 22 de enero en la Sierra da Estrela, al norte de Portugal. EFE/Pablo Rojo Escalona.

Plantación del proyecto Life Terra del pasado 22 de enero en la Sierra da Estrela, al norte de Portugal. EFE/Pablo Rojo Escalona.

LIFE TERRA

La reforestación, entre el reto del clima y la reticencia de terratenientes

Publicado por: Redacción EFEverde 28 de febrero, 2023

Madrid, 28 feb (EFE).- Las condiciones climáticas que favorece el calentamiento global dificultan la supervivencia de los árboles plantados en iniciativas de reforestación, proyectos que hacen frente además a barreras sociales como la reticencia de los propietarios de las tierras a llevar a cabo plantaciones, dado el riesgo de que eso implique recibir menos ayudas de la PAC, entre otros motivos.

Así lo han explicado a EFE desde el proyecto Life Terra, una iniciativa europea que aspira a reforestar Europa y que de momento lleva plantados más de un millón de árboles en el continente, si bien es consciente de los desafíos sociales y ambientales que, en el segundo caso, se agravan a medida que se calienta el planeta.

Las temperaturas extremas como las experimentadas el pasado verano o los cambios en la pluviometría de zonas que ya de por sí son áridas o semiáridas son algunas de las razones por las que la mortalidad en los árboles plantados ha sido alta en España donde, según los especialistas de Life Terra, sobreviven entre el 40 y el 60 % de los ejemplares.

Desde la Universidad de Barcelona (UB), donde se encargan de la selección de especies y del diseño de las plantaciones para lograr unas condiciones óptimas para el bosque reforestado, constataron a mediados de julio -en medio de la tercera ola de calor que abrasaba al país-, que de una plantación sobre una ladera degradada en Zaragoza había sobrevivido en torno al 60 % de los árboles.

Sin embargo, cuando volvieron a visitar la zona una vez finalizado el verano, la tasa de supervivencia había descendido al 30 %, incluso en especies que deberían estar preparadas para condiciones semiáridas, como el espino negro, cuenta el investigador de la UB Samuel Allasia.

Así, “en España intentamos poner especies un poco menos en el límite”, explica por su parte Marta Múgica, ingeniera forestal en la Fundación Life Terra.

Esta experta precisa que, por ejemplo, para unas condiciones entre los 50 milímetros de precipitación y una altitud de 1.500 metros, se eligen especies “que con 40 milímetros vayan a aguantar y de altitud un poco más baja”.

Pero, además de los problemas ambientales, existen aún algunos obstáculos culturales, que tienen que ver con la dificultad para encontrar el terreno donde plantar.
Múgica identifica dos tipos de propietarios que son reacios a ceder sus terrenos para plantar.

Por una parte, dice, están los que temen perder ayudas de la Política Agraria Común (PAC), que hasta ahora ha pagado a los agricultores y ganaderos “por hectárea cultivada o por cabeza de ganado”; y, así, cuando el satélite identifica un árbol por su sombra, resta ese terreno -que juzga no cultivable- a la subvención.

Ahora, con la nueva PAC, en vigor desde este año, “los agricultores están más dispuestos”, aduce Múgica.

La nueva política europea contempla promover recuperar arbolado “si es en línedes, árboles aislados, e islas de vegetación”, asegura desde WWF Celsa Peiteado, responsable de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural y Alimentación Sostenible, independiente del proyecto europeo.

Pero aún en los nuevos términos de la PAC, si un terreno agrícola se reforesta se considera que hay un cambio de uso, apunta Peiteado.

Otro gran impedimento con que se encuentra Life Terra a la hora de escoger los terrenos para reforestar es la falta de iniciativa de los propietarios para mantener esos bosques en el largo plazo.

Desde Life Terra se donan los árboles y se lleva a cabo la plantación, con la idea de “dar el primer empujón” para generar “inercias” e impulsar reforestaciones independientes al proyecto, de forma que sean los ciudadanos los que se involucren y participen de la recuperación forestal de su territorio.

El problema, según Múgica, es que la escasez de agua, entre otros motivos, hace que muchos terratenientes no se quieran comprometer a mantener los árboles en los 40 años que el proyecto les exige que se ocupen del cuidado.

Y ese compromiso es necesario, arguye la especialista, “porque al final lo que queremos es secuestrar carbono”, y si la persona deja que los árboles mueran o, peor, “los usa para explotación maderera, no nos vale”, ya que el CO2 no quedaría fijado.

Sin embargo, comenta que otros propietarios, y especialmente los extranjeros que tienen en España pequeños proyectos de agricultura regenerativa o de permacultura, no sólo no se oponen sino que “están encantados” de acoger las plantaciones y lo ven como un regalo por “beneficios ecosistémicos” de los árboles como la sombra que dan, la mejora en la calidad del agua o el rejuvenecimiento del paisaje. EFE
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Redacción EFEverde

Un equipo de periodistas especializados en periodismo e información ambiental de la Agencia EFE.