José María Cernuda 
Las energías renovables, al menos por el momento y sin la seguridad de que sean únicas, porque no debemos perder la esperanza de que, en el futuro pudieran encontrarse otras – el planeta todavía conserva secretos-, son la eólica, la energía solar, la hidroeléctrica, la de las mareas y la biomasa.
De todos es sabido que somos una potencia en eólica y solar, aunque se justifique que su crecimiento ha sido a costa del erario público gracias a las subvenciones y a las enormes facilidades que se han dado para su implementación. Sin perder de vista que su crecimiento también favorece la necesidad que tenemos, en España, de atenuar la dependencia energética del exterior en petróleo, gas y electricidad.
Sin embargo, el incremento de las energías renovables ha favorecido el negocio de las eléctricas, sin que esto haya tenido repercusión en el consumidor, sujeto pasivo de las incontables subidas de tarifas, añadiendo a su crecimiento otra justificación adicional como la necesidad de mejorar los déficits de las empresas –déficit energético lo llaman-, lastradas, al parecer, por las inversiones que han llevado a cabo en la mejora de sus infraestructuras, los servicios que prestan y los costes que asumieron con las nucleares.
Energías renovables
Demasiado engorroso todo, pero fácilmente resumible: intereses cruzados y costes siempre a cargo de los ciudadanos. Para mejorar las cuentas del Estado se pretende recuperar parte de las facilidades dadas en su día, recortando las primas a las energías renovables con efectos retroactivos. Es decir hacer retroactiva una norma para poder recaudar ahora lo que no se hizo en su momento. La UE ha calificado, tímidamente, de incorrecto el recorte hacia atrás en el tiempo (negado, por cierto por Industria), porque entiende que puede suponer una influencia negativa en la producción de energía. No se ha atrevido a ir más allá.Este es un ejemplo de cómo, de la misma forma que la ley es el aliado idóneo para combatir el cambio climático; también puede servir para todo lo contrario aplicando a su favor un principio que pocas veces admite excepciones, como el de la irretroactividad de la norma.

Parece que casi todo vale para mejorar las cuentas del Estado, prioritarias frente a otras necesidades, incluso estratégicas, donde se deberían encontrar las energías renovables.
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