Pilar Palazuelos / Santander (EFE).- Tras haber completado kilómetros y kilómetros de la red viaria en los últimos años, ahora hay un nuevo reto, el de integrar cada vez más y de mejor manera las carreteras en el entorno, haciéndolas más ‘verdes’ y ‘amables’ con criterios ambientales, máxime en territorios con alta calidad paisajística.
El objetivo del desarrollo sostenible llega ya a las carreteras y las administraciones llevan tiempo, alrededor de veinte años, preocupándose no sólo por el qué sino también por el cómo, llevando a la práctica criterios y directrices para una adecuada inserción de la obra en el paisaje.
Aunque hace décadas que la tramitación administrativa de los proyectos exige hacer un estudio informativo con un estudio de impacto ambiental, que se somete a información pública antes de que se emita la declaración favorable para seguir adelante con la obra, en los últimos años además se están cuidando los materiales para que sean más naturales, los trazados para reducir el impacto, y la flora y fauna.
En Cantabria, una región conocida fuera de sus fronteras por la belleza y el verdor de su paisaje, desde 2004 hay un decreto sobre carreteras de especial protección porque atraviesan espacios naturales protegidos. En la región son 30 las vías autonómicas que pasan por este tipo de zonas.
Este decreto busca asegurar que en la gestión de las carreteras de la red regional que pasan por espacios naturales protegidos se salvaguardan las condiciones ambientales.
El consejero de Obras Públicas de Cantabria, José Luis Gochicoa, explica a Efe que, de este modo, en este tipo de carreteras tratan de jugar con materiales “más respetuosos” con el entorno, como la piedra o la madera, e indica que también se cuida la vegetación existente.
Para profundizar en ese mimo de los valores ambientales en las carreteras, el decreto recoge, entre otras ideas, que en los espacios protegidos se fomente el conocimiento de la naturaleza y la necesidad de su conservación.
Y para ello, por ejemplo, se prevé la construcción de aparcamientos junto a miradores, un recurso muy utilizado en puertos de montaña para llamar la atención cuando las vistas merecen la pena y también para facilitar con paneles explicativos el conocimiento de lo que se puede contemplar si el vehículo hace un alto en el camino para disfrutar del paisaje.
El decreto también establece, en ese celo por cuidar los detalles, que los cierres de las vías tienen que adecuarse al entorno, utilizando como materiales preferentes los que sean de tipo natural.
Ese es uno de los aspectos que marcan la diferencia: la utilización de materiales “menos agresivos”, como rollizos de madera, o por ejemplo intentar mantener las curvas y ampliar solamente lo mínimo para no dañar el arbolado.
En entornos más urbanos lo que se está haciendo es crear paseos peatonales cerca de las carreteras, con bolardos o pintura sonora, para facilitar los desplazamientos a pie y que la gente dé paseos o haga deporte en un espacio seguro. “Creemos que es más atractivo que la típica acera hecha por tramos”, señala el consejero.
También se cuida la fauna, colocando corredores para facilitar el paso de animales.
El jefe de la Demarcación de Carreteras en Cantabria, Fernando Hernández, apunta que para tratar de reducir los atropellos de animales en las nuevas construcciones se disponen pasos para la fauna.
En términos generales, la legislación lo que asegura es que los estudios y proyectos de nuevas carreteras y de variantes significativas en ellas tengan declaración de impacto ambiental o estimación de impacto ambiental.
Y en todas las carreteras con protección especial la ley determina que se incorporen criterios ambientales, para proteger la atmósfera, el agua y los sistemas acuáticos, el suelo, la vegetación, la fauna, el paisaje, los procesos ecológicos e, incluso, para minimizar el impacto acústico.
Como ejemplos de carreteras integradas en el paisaje, en Cantabria destacan el alto de Marín, en Hoznayo, y el puerto de Palombera, una carretera de alta montaña cerca de Campoo.
En este puerto se han colocado barreras de madera y se ha puesto vegetación, con hidrosiembra en todos los taludes.
Lo cierto es que de un tiempo a esta parte la legislación europea obliga a tener en cuenta los criterios ambientales cada vez más, pero también las propias administraciones y los ciudadanos piden mayor integración paisajística de las obras. Se trata de un reto ya del presente para tener unas carreteras y unas infraestructuras a tono con el nivel del paisaje. EFE
ppc