Javier Albisu.- Bruselas.- Los reparos que Berlín ha esgrimido a última hora para frenar la adopción del acuerdo que veta desde 2035 la venta en la UE de coches que emitan CO2 han desconcertado en Bruselas, donde la polémica se considera un asunto doméstico que deben resolver los socios de la coalición del Gobierno alemán.
“Es inaceptable”, lanza en una charla con periodistas el presidente de la comisión de Medioambiente del Parlamento Europeo, el liberal francés Pascal Canfin.
Retocar el texto acordado entre los Veintisiete y el Parlamento Europeo es “imposible”, dice el eurodiputado, porque no solo “mataría el Pacto Verde” en su conjunto, sino que también destrozaría la credibilidad del proceso legislativo de la Unión Europea.
El foco está puesto en el Gobierno tripartito de socialdemócratas, ecologistas y liberales del canciller Olaf Scholz y en particular, sobre el socio minoritario, los liberales del FDP.
Año 2035
El pasado junio, cuando los ministros de los Veintisiete debían fijar su posición antes de entrar a negociar con el Parlamento Europeo, la fecha de 2035 ya generó una pequeña crisis política en Berlín porque los liberales se negaban a respaldar ese plazo.
Finalmente, Alemania aceptó el 2035, pero, con el apoyo de Italia, consiguió que la Comisión Europea se comprometiese a presentar en 2026 una propuesta para que se puedan matricular aún vehículos con motor de combustión a partir de 2035, siempre que utilicen combustibles sintéticos de cero emisiones contaminantes.
La Comisión, que se define como “tecnológicamente neutral”, argumenta que la legislación comunitaria se orienta hacia el desarrollo del vehículo eléctrico porque actualmente es la única tecnología disponible a escala.
Combustibles sintéticos
Los combustibles sintéticos o “E-fuels” se basan en una invención de 1920 y su versión moderna requiere producir hidrógeno verde a partir de electricidad renovable y agua mediante un proceso llamado electrólisis, ya de por si caro, y mezclar después el resultado con monóxido de carbono obtenido a partir de CO2 previamente capturado, para refinar después el producto y obtener el combustible final neutro en emisiones.
La ventaja es que salvaría los coches con motor de combustión (fuera de la UE hay un gran mercado que seguirá comprando esos vehículos para gasolina y diesel más allá de 2035) y que se podría utilizar la infraestructura existente de gasolineras.
La desventaja es que no es comercialmente viable: un litro de combustible sintético cuesta diez veces más que uno de gasolina y se fijó la fecha de 2026 para ver si en ese lapso el desarrollo tecnológico los hacía más asequibles.
Cambio de postura en el último momento
Los Estados miembros negociaron el texto final con la Eurocámara y esta aprobó el acuerdo el pasado 14 de febrero. Y cuando los Estados miembros debían hacer lo propio en una votación en una reunión de embajadores la semana pasada, surgieron los problemas: los liberales germanos volvían a rechazar el compromiso.
Las fuentes consultadas del Consejo y de la Comisión no recuerdan una maniobra similar de ningún país en ninguna normativa, es decir, un cambio de posición en el último momento que (con el respaldo de Italia, Polonia y Hungría) hace imposible una mayoría para sacar adelante la ley.
“El canciller no puede aceptar que un socio de su coalición vaya más allá del contrato de la colación (…). Le corresponde decir: ‘lo siento, voy a mantener lo acordado'”, dice Canfin.
La presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, viajó este fin de semana a Berlín para entrevistarse con Scholz. Abordaron “brevemente” el bloqueo al veto a los motores que emiten CO2, pero no se ha anunciado aún una solución.
Desde el Ejecutivo comunitario señalan en público que la Comisión está “trabajando constructivamente para apoyar la votación final”, en palabras del portavoz de Energía, Tim McPhie.
Otras fuentes comunitarias consultadas por EFE se muestran en privado mucho más críticas con la maniobra alemana y coinciden en que puede poner en peligro el conjunto de la política climática de la UE, un sentimiento que también trasladan algunas fuentes diplomáticas.
En Bruselas ni siquiera tienen claro qué es lo que requieren los socios liberales de Scholz para exigir un cambio de postura que ha pillado a todos por sorpresa.
Primero parecían exigir un compromiso expreso de la Comisión para presentar una propuesta para los motores de combustión con combustibles sintéticos, algo que de hecho ya está en el acuerdo con fecha de 2026.
Dijeron después que reforzar ese compromiso con una declaración adicional no era suficiente y reclamaron que se reabra el texto acordado.
Pero ni la Eurocámara ni la Comisión están por la labor de retocar un texto ya cerrado. Las fuentes señalan que Bruselas podría, en todo caso, fijar la fecha exacta en la que presentaría un análisis sobre los combustibles sintéticos como baza para sortear un escollo inesperado, que ha desconcertado incluso a la industria germana del motor.
Volkswagen ha presentado ya su hoja de ruta para descabonizar su flota en 2035 mientras que Audi cuenta con electrificar todos sus vehículos en 2033, es decir, dos años antes de la fecha acordada a nivel europeo. EFEverde