Bruselas (EA.com)/Madrid (EuroEFE).- Crece la impaciencia entre numerosos socios de la Unión Europea (UE) ante las demoras en la reforma del Tratado sobre la Carta de la Energía (TCE), un documento que en opinión de sus detractores, sólo sirve para poner palos en las ruedas de los esfuerzos internacionales para erradicar los combustibles fósiles, según queda de manifiesto en el contenido de varios cables diplomáticos a los cuales ha tenido acceso EURACTIV.com, socio de EFE.
Alemania, Países Bajos, Polonia y España han dejado clara su frustración con los intentos de reformar el TCE, y han expresado recientemente sus dudas de que la UE pueda cumplir su mandato de acoplar ese tratado con las directrices del Acuerdo de París sobre el cambio climático.
Esos cuatro países han invitado a la Comisión Europea, que negocia en nombre de los 27 Estados miembros de la UE, a evaluar cómo podría iniciarse una “retirada coordinada”, respetando los procedimientos de la UE, y empezar a preparar «posibles escenarios de salida…)”, según revelan los cables filtrados.
«España también ha dejado claro que considerará un escenario de salida, ya que no ve de qué manera el Tratado de la Carta de la Energía podría adaptarse al Acuerdo de París», según se explica en los cables diplomáticos filtrados, que fueron traducidos al inglés desde un idioma europeo no especificado, según informa EURACTIV en Bruselas.
Japón sigue siendo un obstáculo importante en las conversaciones y ha «dado pasos atrás en la definición de inversión y desarrollo sostenible», que son las piedras angulares legales de la arquitectura del tratado, según se afirma en los cables.
Junto con Azerbaiyán, Tokio también «se resiste a la referencia a los derechos de los trabajadores» en el tratado reformado y se opone a los cambios en la definición de «actividad económica», que es el aspecto más controvertido porque la UE pretende eliminar gradualmente la protección de las inversiones en combustibles fósiles.
Firmado en 1994 para proteger las inversiones transfronterizas en el sector energético, el Tratado sobre la Carta de la Energía ha sido objeto de crecientes críticas por parte de grupos ecologistas y gobiernos europeos, según los cuales obstaculiza los esfuerzos de los países por eliminar los combustibles fósiles.
El acuerdo es polémico porque permite a los inversores extranjeros solicitar una compensación financiera a los gobiernos si los cambios en la política energética afectan negativamente a sus inversiones. A modo de ejemplo, las empresas energéticas RWE y Uniper han utilizado el tratado para demandar al gobierno holandés por su plan de eliminación del carbón.
Las conversaciones para reformar el tratado se iniciaron en julio de 2020, pero hasta la fecha apenas han avanzado.
En ese sentido, los cables diplomáticos filtrados muestran un «avance limitado» en las conversaciones para reformar el Tratado sobre la Carta de la Energía.
Según esos documentos, apenas se ha avanzado en la modernización de un controvertido acuerdo sobre inversiones energéticas que, según advierten los ctivistas, podría hacer descarrilar los esfuerzos para la descarbonización en Europa y en todo el mundo.
ESPAÑA Y FRANCIA ENCABEZAN EL RECHAZO
La reforma de la Carta es un asunto espinoso pues requiere la unanimidad de sus más de 50 signatarios, entre los que se encuentran casi todos los países de la UE, y la Unión Europea, en tanto que organización internacional.
Francia y España han sido los más firmes partidarios de una reforma radical y han pedido a los países de la UE que abandonen conjuntamente las negociaciones si no se producen avances para finales de 2022.
Pero aunque la última ronda de negociaciones fue algo más positiva que las anteriores, «las negociaciones también fueron difíciles y los avances fueron menores de lo que la Comisión Europea esperaba», dicen los cables filtrados.
El ejecutivo de la UE trata ahora de cerrar un compromiso bilateral con Japón que incluya un plazo de 15 años para la eliminación de las inversiones existentes.
Bruselas confía en que otras partes signatarias respeten estos acuerdos y lleguen a un acuerdo político el próximo 24 de junio, durante una Conferencia “ad hoc” sobre la Carta de la Energía en Bruselas. La Conferencia estará precedida el 23 de junio por una reunión de un día del Grupo de Modernización del Tratado, que podría limar los desacuerdos de última hora.
La Unión Europea y sus Estados miembros deberían sacar sus conclusiones acerca del actual estancamiento de las conversaciones multilaterales para reformar el Tratado sobre la Carta de la Energía y considerar una retirada coordinada (del texto), asegura el gobierno francés, en un documento oficial al cual ha tenido acceso EURACTIV.
Por su parte, los grupos ecologistas han aumentado considerablemente la presión sobre la Comisión con una protesta prevista para este martes en Bruselas en la rotonda Schumann, en el corazón del barrio europeo de la capital belga.
«El TCE, un instrumento de lucha contra el cambio climático, no puede ser compatible con el Acuerdo de París y el Pacto Verde Europeo», ha asegurado Paul de Clerck, activista de Amigos de la Tierra Europa.
«El acuerdo (que se negocia actualmente) ampliará la protección de las inversiones en combustibles fósiles durante al menos otra década, lo que es incompatible con el Acuerdo de París», agregó De Clerck.
«La única opción sólida para que la UE y los Estados miembros estén a la altura de sus responsabilidades climáticas es retirarse de este TCE tóxico.», apostilló.
Editado por F.Heller
Copublicado en Euractiv, Euroefe y EFEverde