Camisetas, zapatos y hasta relojes de madera “se convierten” en bosques, que ya enraizan en diversos puntos del planeta, gracias a iniciativas de varias empresas emergentes españolas del sector de la moda y los complementos que destinan parte de los beneficios de sus ventas a la reforestación.
Esta tendencia es reconocida en un informe elaborado este año por el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés), ‘El Negocio de Sembrar Árboles’, el cual examina el trabajo de catorce empresas con propuestas de valor vinculadas a la restauración de tierras degradadas.
En España, desde la marca barcelonesa Wado se fijaron en este tipo de empresas, “presentes en países como Canadá o EE. UU.”, como fuente de inspiración para su modelo de negocio.
Proyectos internacionales
Esta empresa de calzado sostenible, nacida en marzo de 2018 mediante plataformas de micromecenazgo, siembra “dos árboles por zapatilla vendida” y son ya 14.000 los ejemplares plantados en colaboración con la ONG internacional WeForest, explica a Efe la cofundadora de Wado, Marta Llaquet.
La marca, que fabrica en Portugal y sin emplear cromo -“un material nocivo para la salud y el medio ambiente”-, ha plantado su primera remesa en el noreste de la India.
Otra empresa que reforesta fuera de España es la tienda de ropa sevillana Wituka, en colaboración con la ONG Edens Reforestation Project, ha indicado su responsable de marketing, Alexandra Ramage.
Cada tres meses, esta marca de ropa de algodón orgánico certificado realiza una donación destinada a la reforestación, en función de sus beneficios, y desde enero de este año, han plantado más de 60.000 árboles, “uno por camiseta vendida”, con especial énfasis en Haití.
Reforestar en España
La decisión de reforestar fuera de España permite “plantar más, ya que es más barato”, pero no es la única opción, como explica Guillermo Íñiguez, cofundador de la marca de relojes de madera certificada One Oak que llevará a cabo su tercer trabajo de restauración forestal este año en As Neves (Pontevedra).
El área de este pueblo pontevedrés fue calcinada “en un 90 % por los incendios que afectaron a Galicia en 2017”, y ahora desde One Oak costearán y coordinarán ahí su “primera reforestación a gran escala”, en colaboración con escuelas, grupos de voluntarios o el ayuntamiento.
En esta empresa emergente trabajan además con una consultora medioambiental para “entender la huella de carbono de sus actividades”.
Por ahora, cada roble o castaño reforestado “absorbe unos 200 kilogramos de CO2 en su vida útil, compensando 150 veces el impacto de fabricación y transporte de cada reloj”, ha indicado Íñiguez.
Impacto sobre el consumidor
Realizar este tipo de acciones dentro de España logra un “impacto más transparente y real” que hacerlo fuera, ya que la gente “empatiza más” e incluso se puede “llegar a involucrar personalmente”, según Íñiguez.
[box type=”shadow” ]Desde las tres marcas reconocen una cada vez mayor preocupación entre los consumidores por el impacto ambiental de sus compras y confían en que en el futuro se valoren más “los productos con conciencia sostenible”, algo que aún ocurre menos que en otros países europeos donde hay menos cultura del “low cost”, ha indicado Llaquet.[/box]Beneficios de la reforestación
Según recuerda el informe del WRI, el planeta sufre una pérdida forestal neta de “3.3 millones de hectáreas por año”; ante esto, la restauración de la vegetación autóctona contribuye a aumentar la permeabilidad del terreno y facilitar la recarga de los acuíferos, además de fomentar las precipitaciones o retener el CO2 atmosférico.
Así lo ha indicado Miguel Ángel Ortega, portavoz de la Asociación Reforesta, desde donde coordinan acciones de reforestación con empresas españolas de mayor tamaño, dentro del llamado “voluntariado ambiental”, una práctica con “cada vez mayor acogida”.
Ortega recuerda además que una reforestación “bien hecha” debe extender “sus cuidados” a actividades de riego estival, labores de reconstrucción de alcorques o la retirada de los protectores forestales “una vez que dejan de ser necesarios”, algo que implican “costes tan grandes como la propia reforestación”. EFEverde