Por (*) Manuel González.- Los moluscos gasterópodos, es decir, los caracoles y las babosas, tienen en la boca una estructura parecida a la lengua que utilizan para raer la superficie de la comida, es la rádula. Con ella pueden arrancar las partículas pequeñas de materia orgánica que les servirán de alimento. De una manera u otra la rádula está presente en una gran mayoría de gasterópodos, tanto terrestres como en los marinos.
Esta estructura está formada por una cinta en la que se encuentran incrustadas hileras de pequeños dientes duros, quitinosos y que en muchos casos están mineralizados.

La disposición de los dientes y el número de estas hileras es típico para cada especie y se utilizan para determinar a la que corresponde un determinado animal.

En el vídeo se muestra la rádula de una lapa y podemos ver cómo se mueve. Hace un recorrido hacia adelante frotando el alimento y después vuelve a la posición inicial. Con ello rae la superficie de las algas y de las rocas para arrancar pequeñas partículas de alimento que ingiere seguidamente. Vemos también la rádula de algunas otras especies, todas ellas marinas.
Esta manera de capturar el alimento limando la superficie de los vegetales explica los agujeros que los caracoles y babosas hacen en las hojas tiernas de algunas plantas. En los huertos pueden afectar a las lechugas, las coles y a muchas otras verduras.

No obstante también hay gasterópodos carnívoros, un buen ejemplo son los conos, unos moluscos que viven en mares tropicales. Son animales carnívoros que capturan a sus presas mediante un órgano especial que, en realidad, es una rádula modificada. Se trata de un diente radular, en forma de aguijón, conectado a una glándula venenosa. Cuando está cerca de una posible presa el animal dispara el arpón hacia el cuerpo de la víctima a la que inyecta el veneno. Gusanos, peces pequeños o, incluso otros moluscos, constituyen sus presas favoritas.
Llegados a este punto creo que es interesante reflexionar y darnos cuenta que a menudo nos interesamos por los temas de naturaleza y de medio ambiente que aparecen en los medios de comunicación y en las redes sociales.

Las noticias nos hablan y nos hacen reflexionar sobre los problemas ambientales, las amenazas que nos acechan o las que recaen sobre especies y ecosistemas. Los documentales nos acercan a los grandes animales, a los más espectaculares o a los que viven en ecosistemas extremos pero, con frecuencia, todos ésto nos aleja de las cosas pequeñas, aparentemente insignificantes, con las que convivimos a diario y a las que no solemos prestarle mucha atención pero que, no por ello, son menos interesantes y curiosas.

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(*) Manuel González (BIOIMATGE) www.buscandoelazul.com
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