Caty Arévalo.- El Rocío (Huelva) .- Los casi 600 litros de agua por metro cuadrado recibidos desde septiembre han otorgado a Doñana, uno de los ecosistemas más importantes del planeta, una apariencia radiante esta primavera, que esconde, temporalmente, la realidad de un humedal cada vez más silencioso en biodiversidad por la sobreexplotación.
Uno de los guías que enseña el Parque Nacional y espacio de la Red Natura 2000 de la UE explica a Efe que el buen año de lluvias “ha llenado lagunas interiores que llevaban secas más de cinco años”, pero los registros de los ornitólogos del centro Francisco Bernis indican que esta Doñana empapada no es más que un “espejismo”.
La rápida desecación de las marismas cada primavera, cuando muchas de las especies de aves que alberga el humedal aún no se han reproducido, ha dado lugar a que esta primavera canten en Doñana un 60 % menos de pájaros que hace sólo diez años, según las estimaciones del biólogo de SEO/BirdLife Carlos Dávila, que lleva 14 años censando este espacio natural.
Mal estado del acuífero
El problema de Doñana no es tanto de pluviometría, según los expertos, sino “del mal estado” del enorme acuífero subterráneo que yace bajo este espacio y rellena las marismas de agua cuando sube el nivel freático por la lluvia.
Un mal estado que es consecuencia de la “desgobernanza” en los usos económicos que rodean el campo (agricultura, campos de golf o alta ocupación turística), lo que redunda “en falta de agua en cantidad y en calidad”, señala Dávila.
Resultado de las lagunas de Doñana que ya no se llenan y aquellas que se llenan pero por menos tiempo es la “menor disponibilidad de alimento para las aves, cuyos huevos y pollos quedan, además, a merced de los depredadores cuando se secan las marismas antes de tiempo”, agrega.
Parafraseando a la bióloga estadounidense Rachel Carson, quien definió el efecto de los pesticidas sobre la biodiversidad de los campos estadounidenses como Primavera silenciosa en un trascendental libro publicado en 1962, Dávila sostiene que el humedal más importante de España evoluciona hacia esa calificación.
Tendencias negativas en todas las aves
Según un informe de la Junta de Andalucía casi todas las aves acuáticas de Doñana presentan tendencias negativas.
Entre las especies que más se han dejado de escuchar en el parque están la malvasía cabeciblanca (que ha caído a 21 parejas), la focha moruna (26 parejas), la pagaza piconegra (70, de un millar que había hace una década), o el charrancito común (19 parejas también frente a centenares).
El “otro lince” de Doñana es, sin embargo, la cerceta pardilla, un pato de lunares del que sólo quedan 9 parejas, considerado una de las cuatro especies más cercanas a la extinción en España.
En Doñana, hogar todavía hoy de alrededor de 450.000 aves, actúan tres administraciones, el Gobierno central -a través de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir-, la Junta de Andalucía y los ayuntamientos de la zona, de cuyas “deficiencias de acción y coordinación” emergen alrededor de 1.000 pozos y 1.500 hectáreas de cultivo ilegales.
A ello se une la masiva extracción de agua del acuífero en verano para abastecer el turismo y los campos de golf de la cercana urbanización de Matalascañas, que en verano llega a albergar 150.000 turistas. Otro de los factores que más afecta el espacio son los cambios -sobre todo de temperatura- introducidos por el cambio climático, a juicio de Isabel Redondo, conservadora del Espacio Natural Doñana.
Situación de alarma
El resultado es que 8 de los 16 sectores en los que se divide el acuífero de Doñana están en situación de alarma, 4 en alerta y otros 4 en prealerta, indica la propia Confederación.
Roberto González, portavoz de Agua de SEO/BirdLife, sostiene que el tercer ecosistema más importante para proteger al planeta del cambio climático -según la revista Nature– “puede entrar en una situación de no retorno si no se toman medidas de urgencia”.
Esta organización reclama que la Confederación declare el acuífero de Doñana “sobreexplotado”, lo que implicaría la obligación de que todas las partes se sentaran a planificar a largo plazo medidas para garantizar la recuperación de las masas al nivel ecológico que exige la Directiva Agua.
Reclaman la clausura y el control de las explotaciones ilegales que afectan al mal estado del acuífero, con sanciones disuasorias; la anulación de nuevas concesiones de riego; así como un plan a medio-largo plazo que evite que Doñana dependa de los trasvases.
“Doñana es un espacio donde todas las administraciones quieren tener competencias pero nadie quiere tomar decisiones”, explica otro de los biólogo que trabajan en Doñana, Carlos Molina, quien subraya que “no se puede esperar a que se acerque el riesgo de una primavera silenciosa para tomar esas decisiones”.EFE
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