La alta mortandad de linces ibéricos en 2014 complicará que sus núcleos de población alcancen a ser autosuficientes y todo apunta a una reducción de sus tasas de reproducción en 2015, afirma en una entrevista con EFEverde el científico Pablo Ferreras, en cuya opinión podrían haberse evitado algunas muertes.
Los 28 linces fallecidos en 2014 -la mayoría por atropellos- lo han convertido en el año más negro de las dos últimas décadas (periodo desde el que se recogen estos datos sistemáticamente), y la Comisión Europea está evaluando si abre una investigación a España acerca de la protección de la especie.
“Hay muchos aspectos que no se han previsto de antemano para evitar los riesgos (de mortalidad) y, una vez reintroducidos los ejemplares, no se ha tenido la suficiente precaución para evitar situaciones predecibles”, indica Ferreras, que trabajó en los 80 y 90 con Miguel Delibes en la Estación Biológica de Doñana.
Según el investigador, miembro del grupo de Especialistas en Felinos de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN), si la mortandad continúa siendo tan alta es muy complicado que las nuevas poblaciones puedan ser auto-sostenibles, que es el objetivo último de las reintroducciones del felino más amenazado del mundo.
Poca anticipación …
“Tendrían que haberse puesto los medios adecuados”, añade Ferreras, del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y de la Universidad de Castilla-La Mancha).
En general se instala el vallado o los pasos de vegetación (tramos especialmente acondicionados para la fauna) en las vías cuando hay un determinado número de siniestros, pero son actuaciones que deben hacerse con anticipación en las nuevas áreas de reintroducción”.

En zonas con poblaciones asentadas hace unos años se conocen los puntos negros de las carreteras, pero en sitios nuevos también se pueden prever “potencialmente” en función del paisaje, vegetación, movimientos de la especie ….
Evitar todas las muertes es “irreal”
Evitar todas la muertes es “irreal”, pero es posible reducirlas, afirma el experto, que recalca un segundo factor negativo: la merma de las poblaciones de conejo -prácticamente el único alimento del lince-, debido a la aparición de una nueva variante de la enfermedad hemorrágica del conejo (RHDV), detectada por primera vez en España en 2012.
La patología ha acabado con más del 75 % de conejos en los principales lugares habitados por el lince, concentrados sobre todo en Andalucía.
La falta de alimento obliga al lince a moverse más
La disminución del conejo desencadena otra consecuencia: el lince se ve obligado a moverse más en búsqueda de alimento y ello aumenta el riesgo de que tenga que cruzar una vía, visite áreas donde hay artes de caza etcétera, explica.
Además, la falta de alimento repercutirá en que “la tasa de reproducción se vea muy mermada”, lo que unido a los accidentes en carreteras y caza no hace presagiar nada bueno para 2015.

No se cumplen las directrices de la UICN
Según Ferreras, cuyos estudios se centran hoy en las interacciones entre depredador y presa, todo apunta a que no se están cumpliendo las directrices de la UICN para conseguir una repoblación exitosa del felino.
Para ello es esencial que se eliminen las causas que ocasionaron la desaparición del animal en las zonas donde ahora se quiere reintroducir.
Por otro lado, no comparte la idea de que a corto plazo sea posible rebajar el actual nivel de protección del que disfruta el lince ibérico. Para ello es necesario -dice- que se den todas las condiciones necesarias.
Pablo Ferreras anestesiando a un gato montés.
En 2002, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza elevó la categoría de amenaza del lince a la de especie en peligro crítico. EFEverde
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